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quien representa. En materia de obediencia no
había para él cosas pequeñas; se acusaba ante el
superior hasta de cosas de ninguna trascendencia.
Conoció también la preciosidad del tiempo. No le
gustaba hablar de cosas inútiles. Decía que su
delicia y su recreo era el estudio, al que se
aplicaba con tal intensidad que no se daba cuenta
de lo que sucedía a su alrededor. Don Bosco, que
necesitaba de un maestro bueno y hábil para los
Hijos de María, puso sus ojos en él, y no se
equivocó en la elección. ((**It12.436**)) Le
gustaba mucho, y se la hizo suya, la máxima del
Beato: que hace mucho quien hace poco, pero hace
lo que debe; mientras que hace poco quien hace
mucho, pero no hace lo que debe.
Lo que más lo atrajo a la Congregación y lo
aficionó a ella, fue ver que su primer fin era
ocuparse en la juventud pobre y abandonada.
Ardía en él el deseo de enseñar la religión y
conducir al bien a los más pobres. Durante dos
cuaresmas consecutivas, al terminar las clases,
corría cada día a enseñar el catecismo en el
Oratorio de San Luis, junto a Puerta Nueva.
Preparaba de antemano muy esmeradamente sus
explicaciones. Los muchachos le querían tanto, que
sus oratorianos eran los más asiduos en la
asistencia y los más disciplinados y callados
durante la clase. Todos los domingos del año,
además, no satisfecho con trabajar en la iglesia,
cuando los otros catequistas salían a tomar un
rato de asueto, juntaba a los más aplicados y les
enseñaba a ayudar a misa. Don Luis Guanella, que
dirigía a los Hijos de María y el Oratorio de San
Luis, y que, por tanto, tuvo como ayudante al
clérigo Vigliocco, escribe en una relación del
tiempo que estuvo con don Bosco, redactada después
de la muerte del Beato, y dice de él que <>.
Su anhelo por catequizar aumentó cuando don
Bosco comenzó a hablar de las misiones y de los
misioneros; ansioso de ir a las misiones, pensaba
hacer en el oratorio festivo su aprendizaje. Pidió
formalmente a don Bosco tomar parte en la primera
expedición. En su carta del 2 de febrero de 1875,
escribía: <>.
Pero otras eran las disposicionesde la divina
Providencia. Su ((**It12.437**)) salud,
que empeoraba a ojos vistas, despertó serias
inquietudes. Se le liberó de la enseñanza y se le
envió a veranear en las colinas de Superga;
(**Es12.371**))
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