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los estudiantes en las representaciones teatrales,
lo que nunca se había intentado hasta entonces. Ya
tenía muy adelantados los estudios teológicos y se
acercaba el tiempo de las sagradas ordenaciones,
cuando parientes y amigos salieron a su encuentro
repetidas veces para sacarlo de la Congregación,
poniendo ante sus ojos el brillo de un porvenir
más cómodo; pero él resistió enérgicamente; es
más, para evitar todo peligro, no quiso volver a
su pueblo después de la profesión religiosa.
En mayo de 1876 le sobrevino un malestar general
que iba mermando sus fuerzas. Los Superiores le
enviaron a Alassio con la esperanza de que la
suave brisa de la playa le aprovechara para
reponerse; pero, en el mes de julio del mismo año,
purificado con los muchos sufrimientos, emprendió
el viaje al Paraíso. El recuerdo de su celo
incansable por el bien de los aprendices
sobrevivió largo tiempo en el Oratorio, después de
su muerte.
Tres meses antes que Piacentino, falleció
también el clérigo Antonio Vallega. Era de la
ciudad y del colegio de Alassio, pero murió en
Novi de Liguria en casa de sus padres. A los siete
años curó de una gravísima enfermedad por
intercesión de María Inmaculada, lo cual
contribuyó a hacerlo piadoso y completamente
entregado a las cosas del Señor. Obtenía
espléndidos resultados en los estudios; en los
exámenes de reválida para bachillerato
universitario, en el instituto oficial de Monviso
en Turín, se llevó la palma por encima de todos
los numerosos candidatos internos y externos. De
novicio en la Congregación, atendió con ardor a su
propio adelanto en la perfección y en el saber. En
una libreta, que don Julio Barberis guardó,
señalaba ((**It12.434**)) al fin
de cada mes, sus faltas y propósitos. En ella
escribió estas palabras, al hacer la profesión
después de la aprobación de las Reglas. <>. En enero de
1875 se le recrudeció un mal que padecía ya antes
de inscribirse en la Congregación y lo llevó
inexorablemente a la tumba. Todavía en la tarde
anterior a la muerte, daba gracias al Señor,
delante de don Francisco Cerruti, por haberle
llamado a la Congregación y rogó vivamente a su
Director que se lo dijera a don Bosco y le
añadiera que estaba siempre a sus órdenes para ir
a las misiones, si pluguiese a Dios conservarle la
vida.
El 8 de septiembre partió para la eternidad el
clérigo Santiago Vigliocco, que don Bosco calificó
de <> al notificar a don Juan Cagliero su
pérdida 1. Era natural de Barone, pueblecito de la
diócesis
1 Véase la pág. 267.
(**Es12.369**))
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