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con una sonrisa a los Ministros) ya sabrían cómo
ponerme las peras a cuarto!
-Don Bosco nos tapa la boca, replicaron los
Ministros. íDon Bosco tiene razón!
((**It12.425**)) Se
dieron después a las bromas. El diputado Ercole
salió con ésta:
-Por favor, don Bosco, díganos usted, que lee
en los corazones... >>quién es más pecador,
Nic_tera o Zanardelli?
->>Qué quieren que les diga? Si he de juzgar
por las apariencias, éstas engañan muchas veces;
no son un criterio seguro para guiarme. Si miro al
interior, no los conozco, y por consiguiente no
puedo pronunciarme.
-Pero diga, diga: >>qué opinión tiene de
nosotros dos?, insistió Nic_tera.
-Señores míos, yo creo que son dos hombres de
bien.
-Sin irse por las ramas, concrete.
-Yo aprecio a los dos. El señor Zanardelli es
un valioso abogado, cuya fama corre por toda
Italia. Usted es célebre por sus trabajos de
estadística, que yo he aprendido a apreciar mucho.
-No se escabulla don Bosco, volvió a la carga
Ercole; conteste a mi pregunta: >>quién es más
pecador?
-Me pone usted en un brete. >>Qué quiere que le
diga? Repito que si los considero ateniéndome a su
ciencia, encuentro que los dos son célebres por su
fama; si por su actuación y solución de los
negocios, digo que son verdaderos maestros y que
difícilmente puede encontrarse quien esté a la par
de ellos; pero, si me pide un juicio por el lado
moral, no sabría por el momento cómo salir del
aprieto para contestar, pues no los conozco.
Entonces Nic_tera, volviéndose a Ercole,
exclamó:
-Y >>por qué quieres ponerme a mí como término
de comparación? Yo no tengo nada que ver con eso
>>entiendes? Pregunta, en cambio, a don Bosco si
tú eres más pecador que los demás.
-íYo no tengo ganas de convertirme!, respondió
Ercole.
-Bueno, replicó Nic_tera, tú eres más pecador
que yo, porque conoces el mal y lo haces. >>No
recuerdas que está escrito en la Biblia?
Desiderium peccatorum peribit. >>Qué dice a esto
don Bosco?
-Y >>qué quieren que yo añada, mientras me
quitan la palabra de la boca? Por lo demás, para
conocer a uno, haría falta que viniese aquí, no
para pasar una horita, sino para ((**It12.426**)) hacer
unos ejercicios espirituales. Para pensar en su
vida pasada; en la muerte, con la que acaba la
escena de este mundo; en la vanidad de las cosas
terrenas y
(**Es12.363**))
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