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-Todo está muy bien; pero don Bosco tiene dos
puntos negros ante el Ministerio de izquierda.
->>Podría usted indicarme cuáles? Así podría
ver si son culpas, que admiten enmienda.
-El primero es que hace demasiados curas.
->>Y el segundo?
-Demasiados profesores.
-Pero, señor Senador, no veo en qué falto yo
con esto. Con respecto al primer punto, no diré
nada en mi defensa. Los curas que yo hago, no son
demasiados; antes, al contrario, son pocos en
comparación con los muchísimos que han entrado en
las oficinas del Estado, en el ejército, en las
profesiones ((**It12.424**))
literarias, en las artísticas y en los oficios.
Pero no comprendo cómo usted pueda afirmar que un
sacerdote comete una culpa, cuando trabaja para
formar a otros que le ayuden en su propio
ministerio. Creo que todos los señores que están
aquí y me escuchan, del primero al último,
desearían infundir en muchos su espíritu y educar
el mayor número posible de hombres semejantes a
ellos, dedicados especialmente a fomentar el bien
público. Por lo tanto, es lógico que un sacerdote
quiera formar otros sacerdotes. >>Qué dirían de un
militar que no procurase formar buenos militares?
íUn médico desea formar muchos médicos valiosos!
Lo mismo un abogado. Por consiguiente, usted,
señor Profesor, no debe culparme si trato de
infundir mi espíritu en otros, educando a hombres
que se asemejen a mí, atentos únicamente en
nuestra humilde esfera, a favorecer a nuestros
semejantes. Ustedes mismos me lo reprocharían, si
yo fuera insensible a ello. Si yo descuidara el
hacer sacerdotes, se diría que no amo mi estado
sacerdotal.
-Don Bosco tiene razón, contestaron a una todos
los Ministros, encantados de aquel lenguaje tan
franco y sobre todo por el tono de su palabra, que
revelaba la máxima sinceridad.
-En cuanto al segundo punto, >>soy yo quien
hace demasiados profesores? >>Quién me obliga a
ello? Usted, señor Ricotti, que, defendiendo en el
Parlamento las leyes sobre los títulos legales, me
ha obligado a ello. Yo no busco más que cumplir
una ley, que me han impuesto. Si se quiere tener
abierto un colegio hay que hacerse con títulos,
diplomas o licenciaturas. Si Vuestra Señoría cree
que el industriarse, a más no poder, para cumplir
una ley del Estado es una culpa, entonces,
consideraría como gran título de gloria el tener
esta culpa, y estoy más que convencido de que
todos están de acuerdo conmigo también en este
punto. Además, es una verdadera necesidad. íAy de
mí, si en mis colegios no hubiese licenciados!
íEstos Señores (e indicaba
(**Es12.362**))
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