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((**Es12.362**) -Todo está muy bien; pero don Bosco tiene dos puntos negros ante el Ministerio de izquierda. ->>Podría usted indicarme cuáles? Así podría ver si son culpas, que admiten enmienda. -El primero es que hace demasiados curas. ->>Y el segundo? -Demasiados profesores. -Pero, señor Senador, no veo en qué falto yo con esto. Con respecto al primer punto, no diré nada en mi defensa. Los curas que yo hago, no son demasiados; antes, al contrario, son pocos en comparación con los muchísimos que han entrado en las oficinas del Estado, en el ejército, en las profesiones ((**It12.424**)) literarias, en las artísticas y en los oficios. Pero no comprendo cómo usted pueda afirmar que un sacerdote comete una culpa, cuando trabaja para formar a otros que le ayuden en su propio ministerio. Creo que todos los señores que están aquí y me escuchan, del primero al último, desearían infundir en muchos su espíritu y educar el mayor número posible de hombres semejantes a ellos, dedicados especialmente a fomentar el bien público. Por lo tanto, es lógico que un sacerdote quiera formar otros sacerdotes. >>Qué dirían de un militar que no procurase formar buenos militares? íUn médico desea formar muchos médicos valiosos! Lo mismo un abogado. Por consiguiente, usted, señor Profesor, no debe culparme si trato de infundir mi espíritu en otros, educando a hombres que se asemejen a mí, atentos únicamente en nuestra humilde esfera, a favorecer a nuestros semejantes. Ustedes mismos me lo reprocharían, si yo fuera insensible a ello. Si yo descuidara el hacer sacerdotes, se diría que no amo mi estado sacerdotal. -Don Bosco tiene razón, contestaron a una todos los Ministros, encantados de aquel lenguaje tan franco y sobre todo por el tono de su palabra, que revelaba la máxima sinceridad. -En cuanto al segundo punto, >>soy yo quien hace demasiados profesores? >>Quién me obliga a ello? Usted, señor Ricotti, que, defendiendo en el Parlamento las leyes sobre los títulos legales, me ha obligado a ello. Yo no busco más que cumplir una ley, que me han impuesto. Si se quiere tener abierto un colegio hay que hacerse con títulos, diplomas o licenciaturas. Si Vuestra Señoría cree que el industriarse, a más no poder, para cumplir una ley del Estado es una culpa, entonces, consideraría como gran título de gloria el tener esta culpa, y estoy más que convencido de que todos están de acuerdo conmigo también en este punto. Además, es una verdadera necesidad. íAy de mí, si en mis colegios no hubiese licenciados! íEstos Señores (e indicaba (**Es12.362**))
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