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asuntos, y de este modo se arreglaron varias
cosas. Puedo también decir que Su Santidad ponía
en mí una confianza especial y, en los límites
convenidos, me dejaba plenos poderes para tratar
los asuntos. También Su Excelencia el ministro
Vigliani tenía conmigo extraordinaria confianza, y
me dejaba en muchas cosas casi completa libertad,
aunque sabía que yo era más papista que el mismo
Papa.
Aquí el diputado Ferraris lo interrumpió
diciendo:
-íEs verdad, es verdad! Yo puedo atestiguar las
palabras que dijo Vigliani al abandonar el
Ministerio. Dijo exactamente: <>.
-Yo por mi parte, siguió diciendo don Bosco,
aceptaba encargos de toda suerte; y puedo también
decir que el Papa me dejaba hablar sin
interrumpirme, aun en los temas que más le
contrariaban. Unicamente yo no admitía encargos
oficiales. Pero muchas cosas se emprendieron de
acuerdo con Vigliani; ((**It12.423**)) pero
por la imprudencia de alguien no se pudieron
efectuar.
Las palabras de don Bosco, que hablaba con
tanta sencillez de cosas importantísimas, eran
escuchadas en profundo silencio general.
-íAy, ay!, replicó Nic_tera; usted, don Bosco,
no dice todo lo que piensa...
->>Yo? >>Y por qué?
-íPorque es usted muy pillo!
->>Dónde quieren ustedes que esté mi picardía?
Lo que tengo en el corazón, lo tengo en los
labios. No hay secreto que sea lícito u oportuno
descubrir, que yo no lo manifieste a todos. Todo
lo que yo quiero hacer, lo sabe hasta el último
alumno de nuestras casas. Si la picardía consiste
en esto, entonces puedo creer que soy
verdaderamente pillo. En lo tocante a religión,
estoy con el Papa y me glorío de ello.
->>Y en cuanto a las cosas modernas?, insinuó
Nic_tera.
-íObedezco a las autoridades constituidas!
-Y sin embargo, me parece que usted, don Bosco,
no nos dice todo.
-Perdone, señor; por la manera como hablo,
pueden ustedes darse cuenta de que yo no estoy
aquí para adular, sino que, como hombre franco y
leal, doy siempre a conocer mis sentimientos.
Todos saben cómo piensa don Bosco.
Al llegar a este punto el senador Ricotti, el
historiador, tomó la palabra y dijo a don Bosco:
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