((**Es12.352**)
Desde Alassio el Beato regresó a San Pier
d'Arena, de donde había salido. Las cartas
anteriores nos manifiestan suficientemente la
necesidad que don Bosco tenía de dinero para el
hospicio de San Vicente de Paúl: se estaba
construyendo y, además, había que mantener a los
Hijos de María, trasladados allí como a su sede
central, y encima quería instalar a toda prisa una
tipografía, donde imprimir cosas que sólo con
dificultad podían ver la luz en Turín. La revisión
de los libros a imprimir en el Oratorio causaba
molestos tropiezos en la regularidad de las
publicaciones periódicas y serias molestias para
los autores. Don Celestino Durando, que dirigia la
Biblioteca de la Juventud Italiana, había enviado
a la Curia dos ((**It12.412**))
libritos para su pronta publicación;
pero el Ordinario los quiso revisar él mismo y,
después de larga espera, los devolvió observando
que, como estaban sacados de obras puestas en el
Indice, era necesario acudir a Roma. En realidad
no había tal necesidad, pues bastaba su
aprobación. Afortunadamente don Celestino Durando,
que hacía cuestión de honor la puntualidad ante
los suscriptores, pudo salir de apuros, pues tenía
en retén para cualquier contingencia otra
publicación. En lo tocante a los dos volúmenes en
litigio, don Bosco le dijo que escribiese al
Cardenal De Luca, Prefecto de la Sagrada
Congregación del Indice, prelado muy benévolo que,
tan pronto como conociese la procedencia de los
libros, no tendría nada en contra. Según la
costumbre para casos semejantes, dio a don
Celestino la traza de una carta concebida en estos
términos: <>.
Don Celestino Durando hizo lo que don Bosco le
había dicho; pero, queriendo salir de aquella
insoportable situación, insistía a más no poder
para que don Bosco se apresurase a instalar una
tipografía en San Pier d'Arena, adonde se
enviarían los libros para ser revisados en Génova;
había seguridad de encontrar allí todas las
facilidades posibles. Una de las dificultades
infranqueables de Turín procedía de las
divergencias en materia de teorías filosóficas.
Varios profesores, que hubieran hecho imprimir sus
obras en el Oratorio, las entregaban fuera de
Turín. Así el profesor Allievo, titular de
Pedagogía en la Real Universidad, recurría a
Milán, porque en Turín examinaban con demasiado
(**Es12.352**))
<Anterior: 12. 351><Siguiente: 12. 353>