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o, como entonces se decía, examinarse del método o
habilitación para ensenar.
En años anteriores se iba a la escuela normal
de Novara. Allí daban ocasión los candidatos
salesianos para que se hablara mucho de ellos por
su buena preparación, de suerte que llegaban a don
Bosco felicitaciones privadas y públicas. El año
1876 el Ministerio designó como único centro para
los libres las escuelas regias, como cabalmente
era la de Pinerolo. El Obispo de allí concedió a
los clérigos de don Bosco generosa hospitalidad en
su seminario. Habían trabajado mucho para
prepararse, porque les tocaba, como vulgarmente se
dice, repicar e ir en procesión, esto es, estudiar
y trabajar; pero el éxito compensó sus sudores,
pues todos aprobaron y merecieron elogios del
Presidente de la Comisión examinadora y del
Delegado Provincial de Enseñanza. Con don Cipriano
al frente, que los había acompañado a Pinerolo,
ingresaron alborotando en el refectorio, ya
desierto, y corrieron a besar la mano de don
Bosco, que acababa su parco desayuno. El Siervo de
Dios les felicitó por sus laureles, y les dijo que
tenía la intención de enviarlos después de la
Asunción a pasar las vacaciones que se habían
ganado.
A uno de ellos, el de salud más endeble, el
clérigo ((**It12.385**)) Juan
Rinaldi, futuro fundador de la casa de Faenza,
díjole don Bosco:
-Mira, ahora has terminado tus intensos
trabajos, estás cansado y delicado. Deseo que
pases unas buenas vacaciones, pero quiero que sean
a tu gusto. Piensa, pues, en cuál de nuestras
casas te agradaría más pasar algún tiempo y cuyo
clima crees que mejor te iría. Vete allí enseguida
y pasa allí tus vacaciones; te dejo plena libertad
de elección.
El buen clérigo prefirió Turín para poder estar
siempre con don Bosco.
Lo que no podía tolerar el Beato era que los
clérigos le hablasen de ir a pasar las vacaciones
en su casa. Con todo, también en ese punto era
preciso tener prudencia. Veía perfectamente la
necesidad de acabar resueltamente con esas
salidas; pero también comprendía que haría vacilar
a más de uno en su vocación el romper de golpe.
-Las innovaciones, decía, se deben introducir
poco a poco y casi insensiblemente. Introducidas
de esta manera, los recién llegados las encuentran
definitivamente establecidas y ya no les duelen ni
se preocupan, y los antiguos se conforman
fácilmente.
Al multiplicarse las casas, resultaba fácil
proporcionar a los hermanos la necesaria
distracción, enviándolos uno acá, otro allá, al
monte o al mar, según la necesidad de cada cual.
Así dispuso que los clérigos novicios fueran a
pasar un mes en Lanzo. Mas, para que fueran
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