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tener un autógrafo de don Bosco y guardarlo como
reliquia. Don Miguel Rúa casi de golpe le
respondió:
->>Qué dices ahora? >>No sabes que el más
pequeño escrito de don Bosco se conserva
celosamente en los archivos de la Congregación?
íCuánto más éste, que viene a ser como el código
de la vida salesiana!
Comprendió Vespignani lo inoportuno de la
petición y a la par la gran veneración del
superior por el Siervo de Dios.
La piedad y la oración santificaban el trabajo
en el despacho de don Miguel Rúa. Nada más entrar,
rezaba él juntamente con los secretarios ((**It12.381**)) el
Actiones y el Avemaría, y después leía un
pensamiento de san Francisco de Sales; al llegar
la hora de salir, leía otra máxima del Santo y
rezaba el Agimus con el Avemaría. En conclusión,
aquel despacho era una escuela verdadera de todas
las virtudes, cátedra de doctrina y santidad,
palestra de formación salesiana. Pero, lo mismo
dentro que fuera del despacho, don Miguel Rúa era
siempre el hombre que hacía las cosas a la
perfección; éste era el sentimiento y el juicio de
cuantos tenían la fortuna de vivir en más íntimo
contacto con él. De ahí que, el tantas veces
mencionado padre Vespignani, que se encontraba en
aquel entonces en condiciones de observarle de
cerca de la mañana a la noche, haya podido
escribir de él:
<>.
Así era el alter ego (otro yo), que el Siervo
de Dios se había buscado y que la Providencia
destinaba a ser su primer sucesor 1.
La actividad de don Bosco y de su fiel
imitador, que así valoraban sus exhortaciones
orales, electrizaba al personal; en agosto y con
el calor de Turín, los profesores, casi agotados
de cansancio, no abandonaban la cátedra. El médico
pregonaba la necesidad de los baños; pero don
Bosco no oía por aquel oído; es más, cuando
algunos del colegio de Varazze, que está a cuatro
pasos del mar, pidieron con insistencia que se les
permitiese tomar aquel refrigerio, don Bosco
contestó que no. Se trabajaba y se trabajaba sin
descanso y también se hablaba de esta
laboriosidad. El día 14 de agosto, después de
cenar, se entabló una discusión sobre el tema, de
si era verdad que el trabajo mataba
1 Fuentes principales de estas noticias en
torno a don Miguel Rúa son la mencionada obrita de
don José Vespignani y una breve relación
manuscrita del mismo.
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