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días de su llegada, escribe: <>.
Don Miguel Rúa se cuidaba amorosamente de los
clérigos estudiantes de teología, a los que daba
semanalmente una lección sobre el Nuevo
Testamento, y vigilaba con asiduidad su formación
intelectual y religiosa. Atendía en sus primeros
pasos a los maestros noveles. Llamaba la atención
de los sacerdotes sobre la exacta observancia de
las rúbricas. Daba personalmente ejemplo de sumo
respeto por la pobreza religiosa, usando con
parsimonia nunca vista todas las cosas, aun las
más menudas y de escasísimo valor, como el papel,
las plumillas para escribir; pero esto lo hacía
con decoro y sin dejar la impresión de sórdida
cicatería en quien lo observaba.
Tuvo don José Vespignani dos amables
leccioncitas, por las que se puede comprender
cuáles eran los sentimientos de don Miguel Rúa
para con nuestro Beato Padre. Un sacerdote pedía
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aceptado en la Congregación. Don Bosco le contestó
y entregó la carta a don José Vespignani, paisano
del peticionario, para que se la enviara dentro de
otra suya. Volvió Vespignani a don Miguel Rúa y le
manifestó que aquel ejemplar sacerdote se hallaba
en avanzado estado de tuberculosis y, como temía
que don Bosco lo quería aceptar, le proponía
detener la carta y explicar al Beato el peligro de
recibir a un enfermo en aquellas condiciones. Don
Miguel Rúa se puso serio y, mirándole con aire de
estupor, le contestó:
->>Y tú te atreverías a interceptar una carta
de don Bosco? >>Te arriesgarías a oponerte a los
designios que el Señor y María Auxiliadora podrían
tener sobre ese sacerdote, que tú crees incapaz y
desahuciado por los médicos? >>No sabes que don
Bosco va muy de acuerdo con la Virgen?
Ante tan apremiantes preguntas no cabía más que
disculparse y echar la carta al buzón; y así lo
hizo don José Vespignani.
Una mañana acercósele don Miguel Rúa despacito,
según su costumbre, con un pliego en la mano y le
dijo en tono misterioso:
-Tengo que encargarte de un precioso trabajo;
pero, ponte antes en gracia de Dios con un buen
acto de contrición, porque la letra de don Bosco
es difícil de descifrar. Se trata del reglamento
de las casas, repasado, corregido y casi rehecho
por él; hay que enviarlo a la imprenta; cópialo,
pues, con todo esmero.
Cuando terminó la transcripción pidió el
secretario a don Miguel Rúa poderse quedar en
recompensa con una página del original para
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