((**Es12.312**)((**It12.363**)) 23 de
agosto. Dos ocasiones de males durante las
vacaciones y cómo precaverse de ellas.
-Nos acercamos a las vacaciones otoñales y es
bueno que empiece a daros algún consejo, que os
sirva para manteneros en el santo temor de Dios
durante este tiempo peligroso. Os los iré dando
poquito a poco para no tener que amontonarlos el
último día.
Muchos me preguntan:
->>Cómo se entiende que algunos jóvenes, mejor,
casi todos se conservan buenos, dóciles, temerosos
de Dios a lo largo del curso escolar, y después en
las vacaciones pierden en poco tiempo todo el
fruto de tantos esfuerzos y se vuelven no sólo
disipados y desobedientes a sus padres, sino que
incluso caigan en faltas feas y se den al vicio?
Es fácil contestar a la pregunta. El pájaro,
fuera de la jaula, goza de libertad, es verdad;
pero, cuando menos se lo espera, viene el milano y
lo devora. Vosotros sois como pajaritos; mientras
estáis en el Oratorio, todo marcha bien; salís, y
el demonio está a la puerta esperándoos para
haceros caer.
Que >>cómo sucede esta desgracia? Mirad, hay
dos cosas. Fuera de aquí se encuentran más
estímulos para el mal y menos medios para
manteneros en el camino recto. Estímulos para el
mal son los malos compañeros, a veces
verdaderamente perversos y desalmados, que por
casualidad se encuentran. Hay ocasiones malas,
escándalos. Quieras que no se oyen blasfemias,
conversaciones frívolas, y a menudo irreligiosas e
inmorales. Por un lado se ve una persona vestida
de cualquier manera, por otro hay que tratar con
personas de distinto sexo. Además, los mismos
parientes y amigos dicen: -íCome, come! íEa, bebe,
bebe! Y >>cómo puede uno mantenerse en medio de
tantos peligros? Especialmente los jóvenes, en los
que impera como un gigante el respeto humano,
>>cómo podrán resistir?
Hay, además, otra cosa. En casa se tienen menos
medios para mantenerse fieles en el servicio del
Señor. Aquí si hay algo que pesa en la conciencia,
vais enseguida a confesaros y tenéis comodidad
para hacerlo todos los días; allá, no. Aquí tenéis
oportunidad para recibir la santa comunión, para
hacer una visita a la iglesia, tenéis misa todos
los días, medios poderosísimos para manteneros en
gracia de Dios; allá no.
Aquí se reza por la mañana y por la noche, se hace
un rato de meditación, al atardecer se da la
bendición. >>Y en casa? Muchos de vosotros, al
llegar a su casa, dejan algunas de estas prácticas
y, claro está, que caerán más fácilmente en el
pecado.
La conclusión, pues, que hay que sacar es ésta.
Si uno quiere quedarse en el Oratorio, ya sabéis
que yo estoy conforme con que se quede; tendrá
aquí sus vacaciones. El Oratorio no se cierra
nunca y el que quiere quedarse tiene libertad para
ello. Si, por el contrario, quiere ir a su casa
también esto me satisface; vaya en hora buena;
pero, por amor de Dios, apártese, por cuanto
pueda, de los peligros y ocasiones de pecar que
allá se encuentran, de las compañías perversas que
tropezará, y, además, haga lo posible para seguir
cumpliendo normalmente sus prácticas de piedad,
tal como las haría en el Oratorio. >>Qué
dificultad podéis encontrar para rezar siempre
vuestras oraciones de la mañana y de la noche?
Rezadlas, pues, y rezadlas bien, y todos. Creo
también que todos ((**It12.364**)) podéis
oír vuestra misa cada día y mejor aún, ayudarla;
hacedlo y hacedlo con gusto. >>Quién puede
impediros hacer un poco de meditación por la
mañana, un poco de lectura espiritual y la visita
al Santísimo Sacramento a lo largo del día?
Guardad, además, la gran práctica de confesaros
cada semana, cada diez o quince días. Si lo hacéis
así, creo que las vacaciones no os harán ningún
mal.
Por tanto, si queréis seguir siendo en vuestras
casas tan buenos como lo fuisteis
(**Es12.312**))
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