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((**Es12.31**)según costumbre, no se podía ((**It12.25**)) hacer sin el consentimiento de la Secretaría de Obispos y Regulares 1. Pasemos ahora a la circular del Año Nuevo, que llevó a todos y cada uno de los socios la palabra alentadora y amonestadora del santo Fundador. Queridísimos Hijos míos en Jesucristo: Terminada la visita a nuestras Casas, siento la necesidad de entretenerme un rato con vosotros, hijos queridísimos, hablándoos de aquello que puede servir para mayor gloria de Dios y bien de nuestra Congregación. Ante todo me satisface poderos decir que he quedado muy contento de la marcha material y moral de cuanto se refiere a la administración interior y a las relaciones sociales externas. Se trabaja, se observan las Constituciones de la Sociedad, se mantiene la disciplina, se reciben los santos Sacramentos, se promueve el espiritu de piedad y se cultivan las vocaciones en los que, por suerte, dan señales de ser llamados al estado eclesiástico. Por todo ello sean dadas gracias al Señor, a cuya bondad y misericordia se debe el poco bien que se esta haciendo entre nosotros. Tengo también la satisfacción de comunicaros que nuestra Sociedad va tomando cada día mayor incremento. Durante el año pasado se abrieron varias casas y se abrirán mas en el presente 1876. El personal aumenta en número y calidad, pero, tan pronto como uno es apto para desenvolver una ocupación, la divina Providencia ofrece la oportunidad de poner manos a la obra. >>Y qué decir de las peticiones, que se nos hacen para abrir casas en todas partes? En muchas ciudades de Italia, Francia, Inglaterra; en América del Norte, del Centro y del Sur, y especialmente en el Imperio del Brasil y en la República Argentina, en Argelia, en Nigeria, en Egipto, en Palestina, en las Indias, en Japón, en China, en Australia hay millones y millones de seres humanos, que, sepultados en las tinieblas del error, elevan sus voces al Cielo, desde el borde de la perdición, diciendo: Señor, envíanos operarios evangélicos, que vengan a traernos la luz de la verdad y nos señalen el único camino, que puede conducirnos a la salvación. Algunos hermanos nuestros, como bien sabéis, escucharon ya estas voces conmovedoras y partieron hacia la República Argentina, para llegar a las tribus salvajes de Patagonia; pero, en todas las cartas escritas durante su viaje y desde los lugares de su misión, repiten continuamente la misma súplica: -Enviad, enviad operarios. ((**It12.26**)) Entre otras cosas advierten que la Archidiócesis de Río de Janeiro tiene dos millones de habitantes con poquísimos sacerdotes y sólo cinco seminaristas. Queridos míos, me siento profundamente afligido al considerar la abundantísima mies, que en todo momento se presenta por todas partes, y nos vemos obligados a descuidar por falta de operarios. Pero no nos desanimemos y de momento dediquemos seriamente nuestro trabajo, nuestra oración y nuestra virtud a preparar nuevos reclutas para Jesucristo y esforcémonos por conseguirlo especialmente con el cultivo de las vocaciones religiosas; y si hiciera falta, ofrezcamos a su tiempo nuestras mismas personas a los sacrificios que se digne pedirnos para nuestra salvación y la de los otros. 1 Carta de monseñor Fratejacci a don Bosco, 24 de diciembre de 1875.(**Es12.31**))
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