((**Es12.298**)
que afectaba su pecho desde que ingresó en la
Congregación, y que no parecía tener ninguna
importancia, se agravó a los pocos años y le
obligó a dejar su cargo para atender a su salud.
Hace unos días tuve que mandarle, con gran
disgusto para él, cambiar de aire para
recuperarse, si fuera posible, en casa de su
familia; pero todo fue inútil. Hace tres días
solamente estaba levantado todavía. La misma
víspera de morir se levantó, tomó algún alimento y
parecía que se encontraba mejor. Ayer por la
mañana, al amanecer, el Señor le llamaba a sí.
Rezad todos por él, que lo merece muchísimo por
los sacrificios y el continuo trabajo que
desarrolló por nosotros. Comulgad mañana y haced
visitas al Santísimo Sacramento por su alma, por
si acaso se encuentra purificándose en el
purgatorio. Es un valiente campeón, que desaparece
de nuestras filas. Ya habrá alcanzado el premio;
pero deja un gran vacío entre nosotros.
Trabajemos, pues, con celo. Desde luego debemos
cuidar nuestra salud para ganar almas a Dios y
alcanzar el paraíso; mas no por eso tendrá que
temer el que muere todavía joven. íAh no! Si el
Señor dispusiera que muriésemos, es señal que nos
considera ya dignos del paraíso, como lo hizo con
nuestro don César Chiala.
Me he olvidado una cosa, a saber, contaros un
sueño. Querría contároslo todavía esta noche, pero
ya son las nueve y, por tanto, tendría que
resumirlo demasiado (gritos generales: -Cuéntelo,
cuéntelo). Es ((**It12.347**)) un
poco complicado y bastante largo y es necesario
que os lo cuente despacio y detenidamente, con
todos sus detalles. Esta noche ya he hablado
demasiado; así que mañana, sin hacer digresiones,
trataré sólo de esto. Os hará reír un poco y os
meterá un poco de miedo, lo mismo que me ha
sucedido a mí. Pero dadle el valor de un sueño.
Dejémoslo, pues, para mañana y mientras tanto os
deseo muy buenas noches.
El epílogo de las festividades religiosas en
las casas salesianas suele ser un entretenimiento
académico o dramático vespertino, que cierra
alegremente la jornada. Así, en el día de san
Pedro vino de perlas para este fin el que había
faltado en la fiesta onomástica de don Bosco. Se
reunieron los alumnos en el salón de estudio.
Ninguna otra velada le gustó tanto como aquélla.
En las composiciones que se leyeron, resonó por
vez primera la armonía de la lengua castellana.
Uno tras otro se oyeron discursos de los novicios,
de los estudiantes, de los aprendices. Todo fue
seguido, sin intermedios.
Entre grupo y grupo de lectores la banda de
música interpretaba una pieza. Resultó genial la
idea de los libreros, que presentaron a don Bosco
un cuadro de sus obras impresas con el número
aproximado de ejemplares que se habían difundido
de cada una. Basta considerar la importancia que
don Bosco daba a la buena prensa para comprender
su íntima satisfacción y cómo debió decir para sus
adentros, poco más o menos, lo que suele decir Pío
XI cuando se trata de obras de apostolado:
-íCada vez más y mejor!
De su charla final no nos ha llegado más que un
escaso resumen. Fue dando las gracias por todo y a
todos: músicos, cantores, poetas,
(**Es12.298**))
<Anterior: 12. 297><Siguiente: 12. 299>