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obstáculo para preparar la fiesta del día
onomástico del Padre; en cambio, sí que estorbó
algo el mal tiempo. En parte se puso remedio a
ello en el acto, y en parte, algunos días más
tarde. La víspera por la tarde se desarrollaron
los festejos en el patio, pero el día de san Juan
no fue posible hacer nada al aire libre. Por la
mañana se recibió a los antiguos alumnos a los
acordes de la banda de música y se presentaron a
don Bosco, que los aguardaba en el comedor, y le
ofrecieron unos magníficos pedestales para adorno
del altar de María Auxiliadora. Hicieron la
tradicional presentación del ramo de flores. El
simbólico ramillete de flores significaba los
sentimientos de los antiguos hijos hacia el
siempre querido Padre 1. En 1876, en la comida que
don Bosco les ofreció más tarde, surgió la idea de
sufragar las almas de los compañeros difuntos, que
en el pasado habían tomado parte en esta
presentación. El cristiano pensamiento que brotaba
de la viva piedad, que aquellos antiguos alumnos
habían llevado consigo al salir del Oratorio,
alegró tanto a don Bosco, que dispuso enseguida se
celebrase un funeral solemne con túmulo y música.
Los que habían lanzado la idea, a su vez, pensaron
en completar la obra, invitando a los compañeros a
contribuir con la correspondiente limosna. Se
recogió en el momento la cantidad de veinte liras
con cincuenta céntimos, indicadora de bolsas
pequeñas y corazones generosos. También los
internos hicieron sus regalos. En la acostumbrada
colecta, los estudiantes recogieron ciento siete
liras y los aprendices noventa liras, que se
gastaron en tapices y cortinas para la iglesia. Ya
hemos mencionado las cartas llegadas de América en
esta circunstancia. Otras manifestaciones, que la
lluvia impidió, se trasladaron a la tarde del día
de san Pedro. Entre las dos fechas habló don Bosco
así en las <> del día 28 a todos
los alumnos del Oratorio:
((**It12.345**)) íMenos
mal que, alguna vez siquiera, podemos hablarnos!
Diréis vosotros:
->>Pero no nos vemos y hablamos todo el día?
-Sí, pero cuando nos vemos al paso, nos decimos
una palabrita y deprisa. Ahora, por el contrario,
podemos hablarnos libremente y más tiempo.
Tengo que deciros, lo primero y con mucho
gusto, que los ejercicios han resultado bastante
bien, que estoy muy contento de ellos, que hubo
buen comportamiento y recogimiento, de suerte que
también el teólogo Belasio quedó muy satisfecho de
vosotros. Me causó especialmente mucha alegría el
que muchos de las clases superiores
1 Si a veces habló don Miguel Rúa a los
internos y les sugirió que ofrecieran a don Bosco
el <> en su fiesta onomástica, entendió con
la misma frase otra cosa distinta, a saber, una
corona o ramillete de santas comuniones.
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