((**Es12.287**)será tan
fácil, porque está acosado por sus padres y por el
párroco, y el Obispo lo quiere en el seminario.
En efecto fue ((**It12.333**)) a su
diócesis de Biella, sin que el Siervo de Dios
dijese o hiciese nada que tuviera visos de coartar
su libertad. Era sacerdote muy joven todavía
cuando fue arrebatado por una violenta enfermedad,
poco después de la muerte del Siervo de Dios.
Decía un buen párroco de Biella que había empezado
a amar a don Bosco, cuando conoció a don José
Mino, pues estaba convencido de que su modo de
actuar, tan distinto del que se acostumbra, lo
había aprendido en la escuela del Beato.
Hubo al mismo tiempo otro caso análogo, en el
que don Bosco actuó muy diversamente; pero fue el
mismo joven quien tomó claramente su posición
contra sus opositores, de modo que para el Siervo
de Dios se trataba de hacer respetar y no de
coartar la libertad. Santiago Gresino, alumno
también del quinto curso, demostraba seriamente
que quería quedarse con don Bosco. Se presentó un
tío suyo para sacar los certificados necesarios, a
fin de que el sobrino pudiese presentarse a
exámenes en el seminario. íPobre muchacho! También
se le oponía su padre y le decía de vez en cuando:
-íSi quieres quedarte con don Bosco, no te
reconozco como hijo!
El párroco, por su parte, daba la mano al
padre. Y como si esto fuera poco, era quien más
atizaba el fuego. Por último, una hermana, ya
avanzada en años e influyente en el pueblo,
llenaba la casa de ayes y quejas nada más oír que
su hermano quería quedarse en la Congregación.
Entonces don Bosco contestó al tío que no podía
hacerle certificados, porque estaba ya de acuerdo
con el joven, que no iría al seminario, sino que
volvería al Oratorio. Declaróse, sin embargo,
dispuesto a entregarle los certificados, si el
mismo sobrino mostraba que su voluntad había
cambiado. Insistió el tío a más no poder; pero don
Bosco no se rindió.
-Venga aquí el joven en persona, repetía el
Beato; muestre que ha cambiado de parecer y
entonces haré los papeles que se me piden.
Se presentó efectivamente el joven. íHabía
cedido! El asalto había sido demasiado fuerte.
Dijo a don Bosco que iría al ((**It12.334**))
seminario;
y entonces don Bosco firmó y entregó enseguida los
certificados.
A aquella edad inexperta, cercados de personas
que sólo pensaban en las ventajas temporales,
lejos de quienes habrían podido aconsejarlos, los
jóvenes a veces se rendían. Pero muchos, a
despecho de las batallas, triunfaban y volvían al
Oratorio. El año 1876 algunos pagaron cara la
victoria: uno, por ejemplo, tuvo que prometer a su
hermano
(**Es12.287**))
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