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en Buenos Aires y espero que dentro de algunos
años no serán necesarias sino raras expediciones.
Me encomiendo también a la caridad de V. E.
Rvma., suplicándole nos proporcione algún objeto
del que pueda V. E. disponer para estas misiones,
como por ejemplo, misales, antifonarios,
graduales, cartillas de preces para la bendición
con el Santísimo Sacramento y para las misas de
difuntos, o vasos u ornamentos sagrados de
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cualquier clase. Los misioneros nos piden todas
estas cosas, especialmente para las casas, que van
a abrir en los confines de Patagonia. Por la carta
impresa, que le acompaño, puede V. E. conocer el
grave estado de la misión salesiana y convencerse
de que éste parece ser el momento favorable para
dar un paso hacia los salvajes patagones y también
hacia los pamperos.
Para reducir en lo posible el trabajo de S. E.,
he encargado de todo al señor Alejandro
Sigismondi, mi procurador general, que habita
cerca del palacio de Propaganda. El cumplirá
cualquier disposición, cualquier cosa que se le
ordene a este propósito. Es un piadoso señor, que
trabaja de muy buen grado por el bien de la
Iglesia y no necesita de nada.
Compadezca V. E. la libertad que me tomo; pero
estoy convencido de que el éxito de este proyecto
depende, después de Dios, del apoyo que V. E.
preste al mismo.
De acuerdo con su propuesta, he aceptado las
escuelas de Ariccia y probablemente también las de
Albano.
Humildemente postrado, imploro su santa
bendición, mientras con la mayor gratitud tengo el
honor de poderme profesar
De V.E.
Turín, 23 de agosto de 1876.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Ignoramos qué efecto obtuvo esta súplica;
sabemos, en cambio, que un ruego análogo, dirigido
al Padre Santo, logró un óptimo resultado. En
efecto, Pío IX, por medio del cardenal Bilio, no
sólo le expresó su alta complacencia por la nueva
expedición, sino que le envió cinco mil liras,
<>, advertía el mismo
Cardenal, si se tenían en cuenta los inmensos
gastos, que, por entonces más que nunca, pesaban
sobre el Papa 1.
Otros informes en torno a la solicitud de don
Bosco para preparar el personal y recoger el
dinero necesario, nos los proporcionan dos
cartitas, que él mismo escribió a don Juan
Cagliero en la primera mitad de septiembre.
Queridísimo Cagliero:
Si puedes, procura que los pasajes sean pagados
aquí y que también se nos envíe el dinero a
nosotros. El Cónsul general argentino nos aseguró
grandes ((**It12.311**))
rebajas.
1 Carta del cardenal Bilio a don Bosco, 29 de
octubre de 1876.
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