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CAPITULO XI
PREPARATIVOS PARA LA SEGUNDA EXPEDICION
DE MISIONEROS
EL rumbo tomado por las cosas en América obligaba
a don Bosco a preparar sin demora una nueva
expedición de misioneros, que fuese todavía más
numerosa que la primera. Don Juan Cagliero pedía
por lo menos unos veinte. Para juntar a tantos, no
había más remedio que desguarnecer los colegios de
Italia; pero esto, como fácilmente se comprende,
alarmaba a los Directores de las casas, cuyo
personal ya estaba reducido a la mínima expresión.
Viajaba un día el Beato con don Francisco Cerruti,
desde Alassio a Albenga; enaltecía el campo
ilimitado, abierto por el Señor a los Salesianos
en América, en Oceanía, en Africa y en otras
partes y nombraba las múltiples casas a establecer
en diversos lugares. Pero don Francisco Cerruti,
en vez de entusiasmarse, daba evidentes señales de
distracción. Diose cuenta de ello el Beato, cortó
su charla y le preguntó:
->>Pero, comprendes lo que estoy diciendo?
-Un poco, pero...
-Ya, ya; no queréis reflexionar y por eso no
comprendéis.
Pero el Siervo de Dios, que no hacía las cosas
a tontas y a locas, tenía muy en cuenta estos
estados de ánimo, y proyectaba con tiempo
combinaciones de modo tal que se hicieran lo menos
sensibles posible las mermas de personal. Al mismo
tiempo le animaba la certidumbre de que siempre
podía ((**It12.300**)) contar
con la buena voluntad y el espíritu de sacrificio,
que él mismo había infundido en sus directores.
>>No se habían criado desde pequeños en el
Oratorio? A este propósito dijo un día:
-Es una gran ventaja para nosotros el haber
recibido de pequeñitos a la mayoría de los que se
hacen salesianos. Llegan a mayores acostumbrándose
sin darse cuenta a una vida laboriosa, conocen
todo el armazón de la Congregación y fácilmente se
capacitan para cualquier asunto; enseguida se
convierten en buenos asistentes y buenos maestros,
con unidad de espíritu y de método, sin necesidad
de que
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