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y para el colegio, y que , por lo que toca a las
prácticas de piedad, asistirán a las que tienen
lugar regularmente para los alumnos del mismo
colegio.
Con la plena confianza de ser favorecido en
esta petición, tengo el honor de profesarme con
profunda gratitud.
De V. E. Rvma.
Turín, 10 de septiembre de 1876.
Su atento y s. s.
JUAN BOSCO, Pbro.
El hecho de la ida demuestra que se concedió el
beneplácito; pero no hemos encontrado ningún
documento sobre el particular.
Después de estas fundaciones, escribía la Madre
General una carta a don Juan Cagliero y, tras
enumerar las casas ya abiertas, se le ocurrió una
ingenua gracia y dictó a la secretaria estas
palabras: <>. A juzgar por las memorias de aquel
tiempo no se trasluce que tan frecuentes
defunciones, en el lapso de un año, infundiesen
miedo en las sobrevivientes; por el contrario, no
se habla más que de los buenos ejemplos dados en
vida por las difuntas y de la edificación causada
en sus últimos instantes.
Durante el verano del 1876 dieron las Hijas de
María Auxiliadora una óptima prueba de su temple
en una misión, que parecía escapaba al campo
propio del Instituto. En efecto, tomaron a su
cargo la asistencia de niños y niñas escrofulosos
en Sestri Levante, en las playas de Liguria. La
madre Mazzarello no aceptó la propuesta hasta
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después de haber consultado al Siervo de Dios. Y
así, desde primeros de junio hasta últimos de
septiembre, hubo siete hermanas atendiendo a aquel
caritativo oficio. Cristianamente caritativo
decimos al considerar sus atenciones, y laicamente
filantrópico, por el contrario, según el espíritu
de los administradores, personas muy correctas,
pero opuestas a la religión.
Las Hermanas, sin el menor respeto humano,
enseñaban catecismo a los pequeños, les hacían
rezar las oraciones de la mañana y de la noche,
les enseñaban a cantar canciones religiosas y los
llevaban a misa y a comulgar. Alma de todo ello
era la dirigente sor Enriqueta Sorbone, mujer
prudente, animosa, y bastante conocedora del
mundo. íCuántas chiquillerías tuvieron que
soportar inicialmente, por parte de aquellos
muchachos y muchachas! Pero, terminada la cura de
baños, no parecían los de antes, ni siquiera
moralmente. Los administradores
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