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Salesianos; pero suplía la paternal bondad de
Monseñor. En marzo de 1877 fue la madre Mazzarello
a visitarlas. El Obispo hízole grandes elogios de
la Comunidad; pero la buena Superiora se despidió
con una espina en el corazón; le pareció que
aquellas hijas suyas tenían allí demasiadas
comodidades. Era muy grande el trabajo; pero
aquella comida y aquella casa tenían, según ella,
un algo señorial que desdecía íde la pobreza y el
espíritu de Mornese! Naturalmente no se marchó de
Biella sin tributar su testimonio de piedad a la
<> en su vetusto santuario, tan
querido también por don Bosco.
Cuando la casa de Biella estuvo en marcha, le
tocó la vez a Alassio.
Siete monjas fueron allá el 12 de octubre,
acompañadas por don Santiago Costamagna. Se
encontraron con una casa pequeña, poco adaptada,
sin la más mínima comodidad, sin una mesita
siquiera para sentarse a comer. Era evidente que
la urgencia de su ida no había dado tiempo a
montarla; pero eso no quitó que su buena voluntad
pasara en los comienzos por aquella dura prueba.
El 8 de noviembre otro grupito de tres abrió la
casa de Lu Monferrato. Los esposos José Rota y
María Ribaldone se dieron por muy felices al haber
logrado de don Bosco, después de repetidas
instancias, que las Hijas de María Auxiliadora
fueran a su pueblo a dirigir el asilo infantil,
organizar un taller de costura y abrir un oratorio
festivo. Ellos ofrecieron todo lo que hacía falta
para el caso.
Más modestos que en otras partes fueron los
inicios de la casa de Lanzo, en diciembre. Sólo
fueron allí dos monjas, que se alojaron en casa de
una señora bienhechora. En aquella condición
permanecieron hasta septiembre del año siguiente,
cuando pudo instalarse una comunidad normal en una
vivienda expresamente preparada. Pero la
proximidad de Turín, adonde iban casi cada semana,
hacía menos sensible el aislamiento de las dos
primeras. Además, como Lanzo estaba en la
archidiócesis de Turín, el Beato había pedido de
antemano el beneplácito de monseñor Gastaldi con
esta súplica:
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Excelencia Reverendísima:
El gran provecho moral y material obtenido en
los Seminarios y otros centros de educación que
han introducido las monjas para los trabajos y
ocupaciones adaptados a su condición, me han
animado a hacer otro tanto en el Colegio internado
de Lanzo.
Suplico, por tanto, a V. E. Rvma., tenga a bien
autorizar que algunas hermanas del Instituto de
María Auxiliadora sean enviadas para este fin al
mencionado colegio, en lugar expresamente
preparado, y en las mismas condiciones con las que
ha permitido que otras del mismo Instituto
vinieran a dar clase a las niñas pobres en
Valdocco.
Se advierte que las ocupaciones de las
religiosas serían exclusivamente en el colegio
(**Es12.251**))
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