((**Es12.25**)
Si en aquel dormitorio hubiere un compañero
asistente, no hay que quedarse nunca charlando.
Así, pues, uniformidad en todo, especialmente
en el descanso.
Recuerdo que Virgilio, en el cuarto libro de
las Geórgicas, dice que las abejas, en cuanto
llega determinado momento, se ponen todas a
trabajar y en otro momento fijo empiezan todas a
descansar. Dice así: Omnibus una quies, labor
omnibus unus (un solo descanso, un solo trabajo
para todos).
Es preciso que esta regla se observe fielmente.
No se puede decir aquí todo lo que sería menester;
pero lo que puedo deciros, y debo decir, es que
gran parte de los desórdenes de fecha reciente han
sucedido por culpa de algunos, los cuales,
descuidando esta regla, iban a charlar por la
noche con otros; con escándalo de los mismos
muchachos. Otros invitaban al compañero a beber en
su celda. Y esto está severamente prohibido.
Cada uno debe estar en su propia celda y no dar
ni un paso para ir a la del otro, salvo el caso de
una gran necesidad.
Hubo quien escribió cartas e hizo proyectos en
estas ocasiones, que, ((**It12.18**)) si bien
no se oponían totalmente a la virtud de la
castidad, constituían, sin embargo, una seria
dificultad. Ocasionaron graves disgustos a don
Bosco, y los que los ocasionaron se vieron
obligados a salir de la Congregación. >>Y por qué?
Porque por la noche, en lugar de ir a acostarse,
se quedaron charlando fuera de tiempo. De algunos
solamente hubo sospechas, pero de otros se
tuvieron pruebas ciertas. Perdieron el honor y
tuvieron que marcharse del Oratorio, por no haber
sabido guardar esta virtud.
4.° Hay otros que, además de acostarse tarde
por la noche, se levantan tarde por la mañana.
->>A qué hora suena la campana?
-A las cinco y media.
-Pues bien, quiere esto decir que puedo dormir
un cuarto de hora más. En otro cuarto de hora lo
arreglo todo, me visto, me lavo y hago la cama...
íPero pasa el cuarto de hora!
->>Levantarme ahora? Vaya... no... cinco
minutitos más. Cinco minutitos más o menos da
igual.
Y así duerme, o mejor, se deja vencer por la
pereza otros cinco minutos. Pero éstos pasan y tal
vez ya han pasado más de diez y más de quince.
->>Qué hacer? íEa, vamos!... He leído en
Cicerón que a los aplicados les está permitido
decir mentiras... 1 y además, las mentiras no
causan daño. Diré que no me encuentro bien.
-íAy!, amigos míos, procediendo así, se da al
cuerpo más de lo que le conviene.
Los que dan de comer a un potro, a un caballo:
>>qué le dan y cuánto? Preguntádselo y veréis lo
que os contestan. Os dirán:
-Les damos un poco de heno y un poco de avena,
es decir, lo necesario y no más; pues, de lo
contrario, se encabritan, rompen el freno y no
obedecen a nadie.
Lo mismo hemos de decir nosotros del cuerpo.
Sicut equus et mulus, como el caballo o el asno y
el mulo. Si le damos demasiado alimento, se pone
terco y recalcitra. Incrassatus, impinguatus
recalcitravit.
El demonio circuit quaerens quem devoret, da
vueltas a nuestro alrededor buscando
1 Tal vez alude bromeando, a De Oratore, II,
67-68, donde se habla de ciertas expresiones con
las que los hombres de agudo ingenio disimulan la
verdad; pero Cicerón reprueba la mentira en más de
un pasaje.(**Es12.25**))
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