((**Es12.243**)
hay que descuidar medio alguno, no hay que
escatimar trabajo, no hay que omitir santos
ardides, no hay que reparar en gastos para lograr
el éxito. Hay que hacer todo lo que sugiere la
prudencia humana. Hay que tomar las posibles
medidas de seguridad para no poner en peligro la
vida en manos de los salvajes. Es verdad que para
quien muere mártir, la muerte es una fortuna,
porque vuela derecho al paraíso; pero entretanto
se malogra la conversión de millares de almas, que
se hubieran podido salvar, teniendo mayor
precaución. También es verdad que la sangre de los
mártires es semilla de nuevos cristianos; pero
esto quiere decir que, si no se puede hacer de
otro modo, antes que renegar de la fe, tenemos que
estar dispuestos a dar la vida y mil vidas, sin
miedo a que, ((**It12.281**))
faltando nosotros, tenga que sufrir detrimento la
buena causa. En este caso suplirá el Señor. No
tendríamos que dar marcha atrás por esto>>.
Don Bosco hablaba de este tema hasta con los
muchachos jóvenes. En efecto, catorce años antes,
describiendo en un sermón los ardides empleados
por San Atanasio para escapar de las insidias de
los perseguidores, concluyó diciendo:
-Querría que todos vosotros llegarais a ser
santos de este temple. Sí, queridos míos,
esforzaos en serio por llegar a ser santos; pero
de estos santos, que, cuando se trata de hacer
obras buenas, saben buscar los medios, no temen la
persecución, ni escatiman trabajos; santos sagaces
que buscan prudentemente todas las maneras para
lograr su intento.
(**Es12.243**))
<Anterior: 12. 242><Siguiente: 12. 244>