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para enviarlos al Uruguay con la próxima segunda
expedición de misioneros.
Don Bosco actuaba en las misiones como en todo:
no paraba nunca, ampliaba sus planes a medida que
las obras emprendidas tomaban consistencia y daban
esperanzas de estabilidad. Por eso le vemos lanzar
la mirada allende la cordillera para buscar un
punto de apoyo a la evangelización de los indios.
Hay una carta suya, de julio de 1876, al Obispo
chileno de Concepción pidiéndole consejo y ayuda
para este plan. No lo nombra, pues no sabe
siquiera quién es, y le escribe en latín, porque
ignora cuál es la lengua del país. Tiene el mismo
estilo de sus muchísimas cartas en italiano,
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los lectores conocen muy bien 1. Hecha su propia
presentación y la de la Congregación, le propone
su idea de intentar llegar hasta los salvajes de
aquellos países. Le pregunta, por consiguiente, si
hay probabilidad de buenos resultados y dónde
convendría instalar el punto de partida y cuáles
podrían ser las disposiciones del Gobierno frente
a la empresa, y pide además al Prelado que se
sirva interponer sus buenos oficios. No sabemos la
suerte que corrió esta carta; pero la respuesta no
podía ser alentadora, dado que ya prestaban sus
cuidados los padres capuchinos a los indios de la
Cordillera, en aquel punto. La ciudad de
Concepción recibió la primera fundación salesiana
de Chile en 1887, cuando aún vivía el Beato.
En San Nicolás se pudo celebrar la solemne
inauguración del Colegio el día de la Anunciación.
Asistieron todas las autoridades civiles. El señor
Arzobispo celebró allí la misa, y lloró de emoción
al ver a tantos muchachos acercarse a la sagrada
mesa. Nunca se había visto nada semejante por
aquellas tierras. Don Juan Cagliero, que acudió
allí bastante tiempo antes, preparó estupendamente
la música. Las fiestas duraron dos días en un
ambiente de gran entusiasmo popular. Después de
las ceremonias religiosas del día 25 celebróse la
fiesta cívica el 26, con un grandioso acto
académico, presidido por el Arzobispo, acompañado
por los ciudadanos más distinguidos.
Cantos, piezas de música y declamaciones
formaron la parte alegre; la parte seria consistió
en discursos. El de don Domingo Tomatis,
presentado oficialmente por el octogenario señor
Benítez, el miembro más influyente de la Comisión
que había preparado la llegada de los salesianos
2; el de monseñor Ceccarelli, factotum de la
empresa; varios
1 Véase, Apéndice, doc. 23. En ella se menciona
la fundación de Dolores, para donde se tuvieron
reiteradas peticiones en el decurso de los años;
pero adonde nunca fueron los Salesianos. Esta
fundación, tan reclamada por varias partes, podía
considerarse entonces como cosa hecha.
2 Este simpático anciano, tan caritativo con
los salesianos, profesaba profunda veneración a
don Bosco a quien escribió otra carta en latín a
primeros de abril. (Véase Apéndice, doc. 24).
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