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espíritu propio de la Sociedad Salesiana, que es
actividad, sin enfrentarse nunca con los
adversarios, sin obstinarse tercamente en trabajar
donde no se puede hacer nada, sino ir adonde
puedan emplearse útilmente las fuerzas.
Don Julio Barberis disfrutaba y atesoraba
aquellas enseñanzas; pero no cejaba el dolor de
cabeza de don Bosco. Al llegar a Turín, el Beato
lo llevó a tomar un café en una cafetería pública,
entrando en ella por una puerta lateral. Y anotaba
el cronista:
<>. A aquella hora el lugar estaba
desierto. Don Bosco se puso a hablar de los
aprendices del Oratorio.
-Creo que ahora marchan bien, tan bien que
ningún colegio, es más, ningún seminario puede
aventajarlos en materia de moralidad. Cuando yo
era seminarista, y todos éramos ya mayores, yo
veía cómo marchaban las cosas: no iban como van
ahora entre nosotros.
Al salir de la cafetería comenzó a hablar de
las señales de vocación.
Volvió a decir cosas que le gustaba repetir en
privado y en público.
-He aquí una señal segura para saber si un
muchacho está hecho para la Congregación, si se le
debe aconsejar que entre en ella, si hay motivo
para pronosticar su perseverancia. Cuando un
muchacho es muy sincero en la confesión, ((**It12.256**)) se
confiesa constantemente con el mismo confesor y lo
primero que hace, al volver de vacaciones o
después de alguna ausencia de su confesor, es ir
enseguida a abrirle su corazón enteramente, éste
es un óptimo indicio de que se quedará en la
Congregación. Y también, cuando se ve un muchacho
que se porta bien en el Oratorio y, cuando vuelve
a su casa, tiene graves caídas, pero después, al
tornar al Oratorio, arregla de nuevo las cosas de
su alma y marcha bien todo el año y vuelve a
recaer en las vacaciones siguientes, creo poder
decir sincera y claramente: -Este, si entra en
Congregación, hágase sacerdote; pero no abrace en
absoluto el estado eclesiástico, si tiene
intención de vivir fuera de la Congregación.
Porque, si ahora se deja arrastrar
desgraciadamente al mal, en el breve tiempo de
unas vacaciones, >>qué hará cuando con toda
libertad disponga de sí mismo? íY no se diga que
entonces tendrá más fuerza de voluntad! Yo, en
cambio, contesto que tendrá más peligros. La
experiencia me ha dado a conocer que, los que no
se mantienen en el recto camino durante las
vacaciones, tampoco se mantendrán en él después
como sacerdotes en medio del mundo.
Aún tuvo dos últimos encuentros desde la
estación al Oratorio. Primero se le juntó el
teólogo Giuganino, vicario de la parroquia de
(**Es12.222**))
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