((**Es12.221**)
El pobre don Messidonio se deshacía por
consunción; el mal había llegado a su última fase
y ya no le permitía dejar la cama. Al despedirse
de él el Beato, quiso el enfermo, en un supremo
esfuerzo, levantarse, diciendo que quería
acompañarlo a Turín para ingresar en la
Congregación, que era su único pensamiento desde
hacía mucho tiempo.
Don Bosco, sin alterarse lo más mínimo y sin
contradecirlo, le habló así:
-Desde este mismo momento te acepto y, nada más
llegar a Turín, te inscribiré en el número de
nuestros hermanos. Tú, tan pronto como puedas
levantarte, aunque no estés perfectamente curado,
puedes venir al Oratorio y te recibiremos con los
brazos abiertos. No tendrás que hacer más que
enviarnos recado la víspera para que te preparemos
la habitación. Mira, haz así: cuando empieces a
levantarte y puedas moverte algo libremente,
ensaya a ver si puedes ir tú solo hasta la
estación del ferrocarril. Tan pronto como puedas
dar este paseo, que es de sólo un kilómetro, me
basta; te espero entre nuestros hermanos de Turín.
Todos los presentes, incluido don Bosco,
estaban convencidos de que se requería un milagro
de primer orden para curar al pobre tuberculoso.
Pero don Bosco fue muy afortunado en la manera
de consolarlo;
y para su mayor consuelo le aseguró que rezaría
con sus muchachos por él.
Nos lo encontramos de nuevo en el tren. El gran
dolor de cabeza no le permitía trabajar, pero no
le era lícito pasar el tiempo inútilmente. Habló
de los novicios; repasó los nombres de los alumnos
del cuarto y quinto curso del bachillerato,
señalando las cualidades de cada uno y quién era
apto para la Congregación y quién no; razonó en
torno a casas abiertas y por abrir y enseñó la
manera de conquistar a los muchachos. Y se le
ocurrió una bonita ((**It12.255**))
observación:
-Actualmente nuestros alumnos parecen otros
tantos hijos de familia, todos ellos pequeños
dueños de casa; hacen suyos los intereses de la
Congregación. Y dicen <>; todo lo
que pertenece a los salesianos, lo llaman nuestro.
Mientras se dé oportunidad para hablar de
Misiones, de casas, de asuntos espirituales, se
interesarán por ello como si se tratase de sus
propias cosas y a ellas apegarán el corazón.
Además, oyendo siempre decir que hace falta ir a
tal lugar, que está abierto el camino para aquel
otro, que se nos llama desde tantos sitios, de
Italia, de Francia, de Inglaterra, de América, les
parece ser los amos del mundo.
Aquella fase de la conversación se cerró
poniendo de relieve el
(**Es12.221**))
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