((**Es12.22**)((**It12.14**)) La
conversación sobre el aprendizaje de las lenguas
para las misiones llevó al Beato a manifestar su
plan, que, si entonces no fue tenido por utópico,
debióse únicamente a la ilimitada confianza que
todos ponían en su palabra, pero que hoy nos
prueba a nosotros su clarividencia sobre el
porvenir. Dijo así:
-Veo que pronto tendremos aquí en el Oratorio
cursos organizados de diversas lenguas para las
Misiones. El plan podría organizarse de este modo.
Se divide en tres categorías a los aspirantes
misioneros. Los de la primera asocian a sus
estudios literarios y científicos el de la lengua
española, aprendiendo también las costumbres de
las misiones, donde se habla español. Los de la
segunda, mientras atienden a los estudios
ordinarios, aplíquense a fondo a la lengua
francesa. Los de la tercera estudien, con todo lo
demás, la lengua inglesa para prepararse a las
Misiones de los países donde prevalece esta
lengua. Podríanse, además, establecer estas
lenguas como materias accesorias progresivas
durante los cursos de filosofía y teología. Así me
atrevería a esperar que, con poco trabajo, se
lograría nuestro intento.
Las esperanzas de don Bosco se han hecho
realidad en el plano mucho más amplio que ahora
estamos viendo, es decir, proporcionada al campo
del apostolado misionero, que la Iglesia abrió a
la actividad de la Congregación Salesiana. Las
tres categorías del Oratorio se han convertido en
una numerosa sede de colegios donde los aspirantes
misioneros, clérigos y coadjutores, reciben
formación distinta según los lugares a los que son
destinados.
De las conversaciones privadas pasemos a
escuchar la palabra de don Bosco en una
conferencia pública para todos los clérigos
presentes en el Oratorio, no sólo novicios, sino
también profesos. Les habló de la castidad.
Esta conferencia ha llegado a nosotros a través
de dos redacciones, que no difieren más que en
cosas accidentales; damos preferencia a la del
clérigo Peloso 1, que es más satisfactoria.
((**It12.15**)) Parece
que nuestro ejército va engrosándose cada día más.
Si cada vez que vengo aquí os he de ver más
numerosos, no sé cómo va a salir del paso el
demonio.
Empecemos por agradecer al Señor, que nos ha
concedido terminar en su santa gracia el año 1875;
agradezcámosle también el haber comenzado en su
santa gracia, como esperamos, el año 1876.
Confiamos pasar bien todo este año, según mi deseo
y el vuestro.
Cuando estuve aquí la vez pasada a daros la
conferencia, dije algo respecto de la
1 Véase tomo XI, págs. 249-250.(**Es12.22**))
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