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pueblo o ciudad ya algo civilizada y próxima a los
lugares habitados por los salvajes, y mientras
funciona el colegio para los habitantes del lugar,
procurar estudiar y conocer la índole y costumbres
de las tribus vecinas. Sería algo grande y no
difícil, creo yo, tener en este colegio a alguno
de los hijos de los salvajes, pues oigo decir que
van a las ciudades a hacer sus compras. Si
contentamos a algunos de éstos tratándolos
amablemente, haciéndoles algún regalo, nos abrimos
ya un buen camino. Si, además, se pudiese tener a
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éstos como guía, que hubiese pasado ya varios
meses en nuestro colegio, esto podría dar cima a
la obra. Pero lo que más importa es no
precipitarse, no hay que tener demasiada prisa;
hay que preparar el camino, diría que, como
fingiendo que no se piensa en ellos, pero poniendo
colegios en las ciudades próximas a ellos y
haciéndonos conocer y amar a través de músicas,
cantos, tratos y regalos.
-Mientras tanto algún sacerdote podrá comenzar
a entrar por aquellas tierras durante algunos días
y, poco a poco, se podrán dar pasos lentos, pero
seguros. Y, si el Señor en su Providencia
dispusiese que alguno de nosotros sufriera el
martirio, >>tendríamos que amedrentarnos por esto?
La casa de Patagones, desde 1879, y la de
Viedma, desde 1880, desarrollaron precisamente
este programa con los resultados por todos
conocidos. No faltaron en un principio asaltos
fallidos, asechanzas descubiertas; y hubo también
víctimas, pero de los elementos y no de los
llamados salvajes. Porque no hay que dar a este
vocablo un significado demasiado crudo, pues no se
trata de caníbales, sino de aborígenes rudos,
celosos de su independencia y que vivían sometidos
a jefes de tribu, que no eran inhumanos.
Desde hacía tiempo acariciaba el Beato el
propósito de hacer algo por las misiones de la
India y de Australia. No le asustaban las
dificultades de la lengua inglesa; parecíale que,
con un método práctico mejor que teórico, los
suyos podrían salir de apuros. Aprender en unos
meses las palabras más necesarias y de uso más
frecuente; lanzarse después a la conversación,
primero toscamente, después más correctamente,
buscar por fin un maestro inglés para la
pronunciación. En resumidas cuentas, era el método
Berlitz, que después llegó al apogeo de la fama.
Por entonces no tenía intención de fundar un
colegio en Inglaterra. Habían ido a parar al
Oratorio algunos ingleses, pero ninguno de ellos
se quedó. Pocos años después vinieron otros y se
quedaron. El primer colegio en la isla de los
Santos se abrió en Battersea, arrabal de Londres,
inmediatamente después de la muerte del Siervo de
Dios; pero ya hacía algún tiempo que habían
comenzado las negociaciones.(**Es12.21**))
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