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y medio que don Bosco no limosneaba por Turín, y
en Roma no había tenido tiempo o había considerado
inoportuno el hacerlo. Y, sin embargo, le tocaba
resolver la situación. Reanudó sus salidas la
antevíspera de la gran fiesta de María Auxiliadora
por la mañana; a eso de las diez fue a buscarle
con su carroza el barón Bianco de Barbania.
Era el Barón un magnífico ejemplar de
caballero. Pertenecía a una de las familias más
nobles del Piamonte, era alto de estatura y de
recia constitución, de carácter jovial y franco,
sin pelos en la lengua con quienquiera que fuese,
y tenía la más sincera amistad con don Bosco.
Aquella mañana se llevó sin duda de paseo al
Beato, el cual no volvió a casa hasta muy tarde y
no con las manos vacías.
>>Quién podría describir la creciente animación
en casa al aproximarse la gran fiesta? La banda de
música y los coros prolongaban sus ensayos hasta
de noche. Los maestros de ceremonias ensayaban al
clero infantil en las horas del recreo, y en otros
tiempos adiestraban al numeroso grupo de clérigos
para ejecutar bien sus papeles en las sagradas
funciones. Secretarios improvisados escribían
direcciones en sobres, que contenían cartas de
invitación, y se enviaban en su gran mayoría a
personas de consideración y a los bienhechores.
Además un ir y venir de pintores, de obreros del
gas, de decoradores de la iglesia, de carpinteros,
que armaban mesas petitorias. Don Miguel Rúa
reunió repetidas veces en conferencia a los
Superiores del Oratorio, para disponerlo todo de
antemano y así evitar los posibles desórdenes que
pudieran surgir. Advierte la crónica: <>. A estas
sesiones se invitaba también a los coadjutores,
que tenían competencias e incumbencias notables.
Después de lo dicho hasta aquí, huelga añadir
que en la víspera la alegría de los muchachos
rayaba en frenesí. Aquella ((**It12.235**)) tarde
debía haber lectio brevis, y, a duras penas, si se
pudo hacer brevíssima.
Llegaban Directores y representantes de los
colegios; llegaron también monseñor Masnini,
secretario del Obispo de Casale, y el cónsul
Gazzolo, recién vuelto de América. La presencia de
muchos sacerdotes seculares y la noticia de que
habían venido algunos señores suizos con el único
fin de cumplir sus devociones religiosas en la
iglesia de María
después de 1870. En la intención humorística
significaba que las condiciones económicas andaban
por los suelos: referencia al estado, desastroso
económicamente, en que se encontraba el recién
estrenado reino de Italia en sus primeros
decenios.
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