Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es12.198**) a París, dijo que en esta ciudad tuvo que resolver casos de tanta importancia que uno sólo de ellos hubiera justificado su viaje de Turín a la capital francesa. En sus cartas y en sus pláticas sólo manifestaba lo que podía producir buenas y saludables impresiones. Su conferencia del 4 de junio, ya sea por lo que contó, ya sea por su manera familiar de hacerlo, como el padre que cuenta a sus hijos las glorias domésticas, causó un efecto mágico en el ánimo de todos los que la oyeron, y los enardeció de entusiasmo. En cuanto se esparció la noticia de su regreso, fueron muchas las personas de consideración que acudieron a ver a don Bosco. No siempre eran visitas de pura cortesía; puede calcularse, al menos por algunas de ellas, que se desarrollaron en presencia de hermanos. El día 18 se presentó monseñor Durio, canónigo de Novara; era un hombre de letras, con fama de algo liberal. Llegó hacia el final de la comida y, como de costumbre con los que llegaban a aquella hora, fue recibido en el comedor; se entretuvo ((**It12.226**)) bastante tiempo con el Beato, paseando bajo los pórticos. Un poco más tarde llegó el obispo de Susa, el cual estuvo hablando con el Siervo de Dios, algo más de tres horas. Debían ser asuntos graves, porque don Bosco solía ser expedito en el despacho de las cuestiones, lo mismo a la hora de tomar deliberaciones, que a la de dar consejos. Por causa de esto y pese a la promesa de alguna visita y la necesidad de resolver algún negocio, tuvo que renunciar a ello por aquella tarde. También el 19 se presentó, acabada la comida, el doctor Bacchialoni, profesor en la Real Universidad, que era muy amigo del Beato. Durante la ausencia de don Bosco había fallecido la benemérita señora Eurosia Monti, dejando buena parte de sus haberes al Oratorio y nombrando albacea a Bacchialoni. >>Quién no esperaría que don Bosco se apresurase a darle audiencia? En cambio, después de tomar café, comenzó a hablar con él y con todos los presentes de Patagonia y de la satisfacción del Papa por aquellas misiones, dedicándose a hablar de geografía, de posición astronómica, de condiciones físicas, de historia del descubrimiento, de intentos misioneros, de los habitantes y de sus usos y costumbres, de sus planes, alargándose casi una hora y con todo lujo de detalles, como si no hubiese hecho nunca otra cosa más que dedicarse a estudios patagónicos. Puede muy bien darse que aquel señor supusiese a don Bosco ansioso por conocer el testamento, sobre todo por las sorpresas en él introducidas a última hora y que ya habían sido notificadas a don Bosco; pero, ante esta hipótesis, tuvo el profesor amplia oportunidad para darse cuenta, si todavía no se había percatado (**Es12.198**))
<Anterior: 12. 197><Siguiente: 12. 199>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com