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contra ellos, y muchos, víctimas de la violencia,
se ven obligados a desistir de la obra comenzada,
y a huir del campo donde habían llevado adelante
sus trabajos! Lo mismo sucede con otras órdenes
religiosas. Nosotros, por el contrario, vamos
creciendo y en todas partes son deseados y
llamados los salesianos. Es algo que asombra; no
se nos opone ningún obstáculo, ninguna dificultad.
El Señor quiere evidentemente confundirnos con sus
dones. Repito que es algo que nos deja atónitos.
Es, a no dudarlo, el Señor quien nos quiere
bendecir. El mismo quiere animarnos y enseñarnos
el camino, y nosotros tenemos que buscar cómo
darle las gracias y corresponder dignamente a los
muchos favores que se dignó concedernos.
Hablando yo con el Papa sobre Patagonia, le
dije cómo se podría intentar acordonar Patagonia
con una serie de colegios y separarla del resto de
América e internar en ellas a muchos hijos de los
salvajes, los cuales, llegados a sacerdotes,
podrían ir a convertir a sus padres, hermanos y
amigos. Después le di informes más detallados de
nuestra misión y en particular: 1.° cómo en
nuestro colegio de San Nicolás ya se han aceptado
jovencitos de familias salvajes, algunos de los
cuales manifiestan una vocación decidida al estado
eclesiástico; 2.° cómo ya se está construyendo y
preparando una casa en la última ciudad de la
República, cerca de los confines de los patagones,
exactamente en territorio de los salvajes 1.
El Padre Santo manifestó una extraordinaria
alegría al oír estas noticias, y, alzando las
manos al cielo, exclamó:
-íBendito sea Dios! De este modo Patagonia
evangelizará a Patagonia. Así se podrá olvidar el
inconveniente de enviar misioneros a lugares de
lengua, usos y costumbres completamente
diferentes. Tan pronto como se disponga de algunos
sacerdotes de las familias de los salvajes, creo
que la conversión de Patagonia estará asegurada.
Os he mencionado estas cosas sólo
brevísimamente, omitiendo muchísimas más. Aunque
no os contara más que las principales, cada uno de
los puntos que he tocado necesitaría horas y horas
de conversación, que ahora no puedo hacer.
Pero, antes de dejaros esta noche, tengo
todavía que deciros dos palabras importantes. Nos
protege el Padre Santo; todos nos aprecian; se nos
colma de gracias y favores, de privilegios de toda
clase. Que esto sea también para nuestra gloria;
pero tened en cuenta que el Señor se servirá de
nosotros mientras correspondamos a su querer y
seamos merecedores de su favor. ((**It12.224**)) En
este momento tengo que animaros mucho, muy mucho,
a ser verdaderos salesianos. Debemos dar frutos de
toda virtud, adornando con ellas nuestro corazón.
Por consiguiente, lo más importante que todos
debemos hacer es estar siempre unidos con los
vínculos de la perfecta obediencia. Sí, queridos
hijos, obedeced; y esta obediencia no sea sólo
para las cosas que día tras día nos mandan los
Superiores, sino obediencia a todas las reglas y
una obediencia pronta, espontánea, non coacte, sed
sponte, y alegre. No hacer nunca nada contra ella.
No suceda nunca que alguno de nosotros obedezca,
como dice el Apóstol, de modo que tengan que
llorar los que deben mandar. Deseo, pues, que
todos los salesianos sean obedientes por amor a
Nuestro Señor Jesucristo.
Una cosa más, y quisiera que se prestara a ella
especial atención. Lo que debe distinguirnos de
los demás, y ser el carácter de nuestra
Congregación es la virtud de
1 La palabra <> aquí y en otros
lugares debe entenderse cum granulo salis, con su
grano de sal, es decir, con prudencia y reflexión.
No todos los aborígenes, ni siquiera la mayor
parte de ellos, vivían en estado salvaje o eran
todavía infieles en Patagonia. Esto explica cómo
tan pronto se encontraron hijos de los patagones
que daban esperanzas de llegar al sacerdocio.
(**Es12.196**))
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