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cuyo reglamento se está imprimiendo y que pronto
llegará a conocimiento de todos. El Padre Santo
contempla con mucho agrado estas obras nuestras y
nos quiere tanto y se cuida tanto de nosotros que
parece increíble. íCuántas otras cosas tendré que
contaros a este respecto! Mas por hoy ya es
bastante. Apenas me presenté ante él, me dijo la
mar de alegre:
-Sabed que estoy muy contento; sé lo que
trabajan vuestros hijos, hago que me lean siempre
las cartas de vuestros misioneros en América,
publicadas en la Unit… Cattolica; veo que hacen
mucho bien y experimento mucha alegría con ello.
Le pedí que, para resolver nuestros asuntos
eclesiásticos en Roma, nos nombrase un Cardenal
Protector, que defendiera ((**It12.222**))
nuestras causas ante la Santa Sede, como tienen
todas las Ordenes y Congregaciones, y me respondió
sonriente:
-Pero >>cuántos protectores queréis? >>No os
basta uno?
Así me daba a entender, que quiere ser él
nuestro Cardenal protector. >>Aún queréis otro? Al
oír palabras de tanta bondad, le di las más
cordiales gracias y le dije:
-Padre Santo, diciendo eso Vuestra Santidad, yo
no busco ningún otro defensor.
Después de hablar de muchas otras cosas, que
concernían a las misiones, nos ofreció en las
Indias varios Vicariatos Apostólicos los cuales,
por falta de operarios evangélicos, están a punto
de extinguirse. Me ofrecía doce, en los que harían
falta un Obispo y sacerdotes.
Y yo decía para mis adentros:
-Padre Santo, mis sacerdotes son todos muy
jóvenes y, para estos asuntos, se necesitarían
otros sujetos más entrados en años; sin embargo es
preciso que sepa que los más jóvenes, si no fueran
capaces para otras cosas, son los que siempre
salen mejor del paso en el comedor...
Pero, como el Papa insistía en que yo aceptase
uno de aquellos Vicariatos, pensé un momento la
propuesta y le dije:
-Santidad, puesto que así lo queréis, acepto,
pero necesito veinte meses de tiempo para preparar
el personal necesario. Y los veinte meses
empezarán a contar desde el momento en que me
envíen los documentos relacionados con aquel
Vicariato.
El Papa lo aprobó e hizo pasar el proyecto al
cardenal Franchi, Prefecto de la Congregación de
Propaganda, por medio de su secretario. Aquél,
después de reunir en consulta a otros cardenales,
dispuso que se me enviaran tales documentos lo
antes posible.
Así pues, los que quieran ir a las Indias,
tienen todavía veinte meses de tiempo. Pero tened
en cuenta que estos meses no empiezan a contarse
ahora, sino desde el momento en que me sean
enviados los documentos necesarios para este fin.
Estos no llegarán seguramente antes de septiembre.
Tenemos, pues, dos años para prepararnos y en
cuanto podamos encargarnos también de otros
Vicariatos; allí están ya preparados y esperando.
Pasando ahora a hablar de la Congregación, debo
deciros que crece en ella el verdadero espíritu
religioso, que como veis se multiplican los
socios, que crecen siempre en ellos las ganas de
trabajar y asimismo aumenta la mies. Tan pronto
como uno está capacitado y sabe hacer algo, la
divina Providencia le ofrece el puesto, donde
tendrá oportunidad para sacar partido de su
talento y de los conocimientos adquiridos.
íCuántos hay, por el contrario, que salen del
seminario con los estudios terminados y no saben
qué hacer ni adónde ir! íCuántos comienzan una
empresa y no saben llevarla a cabo! íCuántos
comienzan con la mejor buena voluntad, mas, por
diversas causas, son apartados de su fin, que sin
embargo buscaba ((**It12.223**)) la
gloria de Dios, y ven que su ministerio resulta
infructuoso por las maledicencias y las calumnias
lanzadas
(**Es12.195**))
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