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los almacenes del Oratorio. La fábrica Tensi,
entre el Oratorio y el Refugio, era pasto de las
llamas; el incendio llegaba a tres metros de
nuestro edificio y el viento soplaba en su
dirección. Siniestros resplandores iluminaban de
cuando en cuando los edificios y los patios. El
primer pensamiento fue correr a cerrar todas las
ventajas para impedir la entrada de chispas,
lanzadas a lo alto y llevadas por el viento hasta
cien metros de distancia. Cada asistente vigilaba
su dormitorio, haciendo trasladar las camas al
lado opuesto al del fuego y envolviéndolas en
mantas empapadas en agua. Se tendieron doscientas
mantas bien mojadas sobre las tejas y detrás de
las ventanas, cuyos cristales se quebraban con las
llamas.
Don José Bertello, con su sangre fría y el
imperio de su característica autoridad, se puso a
dirigir las operaciones. Colocó sobre el tejado a
veinte jóvenes de los mayores y ordenó a otros
cuarenta sirvieran continuamente agua a los
primeros para echarla sobre las mantas. Fue un
milagro que cántaros y tejas caídas desde arriba
no hirieran a ninguno de los que estaban abajo.
Mandó que salieran de los alrededores todos los no
necesarios, los cuales corrieron a la iglesia a
rezar las letanías de los Santos. Acabadas las
letanías, el viento cambió de dirección y sopló
hacia donde no había edificios. Llegaron los
bomberos, empezaron a lanzar con sus bombas agua a
torrentes y en un cuarto de hora dominaron el
fuego por la parte que amenazaba al Oratorio.
El alboroto duró casi una hora. El daño que
sufrieron los nuestros no llegó a mil liras entre
tejas rotas, cristales partidos y deterioro de
ropa. Pareció que debía atribuirse a especial
protección de la Virgen, que no hubiera habido
desgracias.
Don Julio Barberis, que fue espectador de
aquella batahola, recogió de labios de los
muchachos y registró ciertas reflexiones, que, por
haber sido espontáneas e imprevistas e
intercambiadas entre ellos, documentan
perfectamente el buen espíritu que reinaba
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entonces en el Oratorio. Las transcribimos
literalmente.
<>-íYa ves lo que significa trabajar en los
días festivos!
>>-íYa decíamos nosotros que el Señor
castigaría terriblemente aquel escándalo!
>>-íQué vergüenza! íEstar entre dos casas
religiosas, donde se guarda el descanso festivo, y
seguir tercamente quebrantando la ley de Dios!
>>-íAhí lo tienes, ciapa l'on (en dialecto
piamontés: ''toma, hombre''), por trabajar en día
de fiesta!
>>-íQue pague la cuenta de una vez por todas!>>
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