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((**Es12.188**) los almacenes del Oratorio. La fábrica Tensi, entre el Oratorio y el Refugio, era pasto de las llamas; el incendio llegaba a tres metros de nuestro edificio y el viento soplaba en su dirección. Siniestros resplandores iluminaban de cuando en cuando los edificios y los patios. El primer pensamiento fue correr a cerrar todas las ventajas para impedir la entrada de chispas, lanzadas a lo alto y llevadas por el viento hasta cien metros de distancia. Cada asistente vigilaba su dormitorio, haciendo trasladar las camas al lado opuesto al del fuego y envolviéndolas en mantas empapadas en agua. Se tendieron doscientas mantas bien mojadas sobre las tejas y detrás de las ventanas, cuyos cristales se quebraban con las llamas. Don José Bertello, con su sangre fría y el imperio de su característica autoridad, se puso a dirigir las operaciones. Colocó sobre el tejado a veinte jóvenes de los mayores y ordenó a otros cuarenta sirvieran continuamente agua a los primeros para echarla sobre las mantas. Fue un milagro que cántaros y tejas caídas desde arriba no hirieran a ninguno de los que estaban abajo. Mandó que salieran de los alrededores todos los no necesarios, los cuales corrieron a la iglesia a rezar las letanías de los Santos. Acabadas las letanías, el viento cambió de dirección y sopló hacia donde no había edificios. Llegaron los bomberos, empezaron a lanzar con sus bombas agua a torrentes y en un cuarto de hora dominaron el fuego por la parte que amenazaba al Oratorio. El alboroto duró casi una hora. El daño que sufrieron los nuestros no llegó a mil liras entre tejas rotas, cristales partidos y deterioro de ropa. Pareció que debía atribuirse a especial protección de la Virgen, que no hubiera habido desgracias. Don Julio Barberis, que fue espectador de aquella batahola, recogió de labios de los muchachos y registró ciertas reflexiones, que, por haber sido espontáneas e imprevistas e intercambiadas entre ellos, documentan perfectamente el buen espíritu que reinaba ((**It12.214**)) entonces en el Oratorio. Las transcribimos literalmente. <>-íYa ves lo que significa trabajar en los días festivos! >>-íYa decíamos nosotros que el Señor castigaría terriblemente aquel escándalo! >>-íQué vergüenza! íEstar entre dos casas religiosas, donde se guarda el descanso festivo, y seguir tercamente quebrantando la ley de Dios! >>-íAhí lo tienes, ciapa l'on (en dialecto piamontés: ''toma, hombre''), por trabajar en día de fiesta! >>-íQue pague la cuenta de una vez por todas!>> (**Es12.188**))
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