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no recibía indicaciones claras de la Providencia,
iba con pies de plomo.
El cardenal Franchi, prefecto de Propaganda, le
asaltó hábilmente para las misiones de Oriente.
Había entonces tres vicariatos apostólicos
vacantes en China; dentro de pocos años llegarían
a quince, y le decía
que, tan pronto como don Bosco tuviese preparados
los operarios apostólicos, se lo comunicara, pues
no tendría que gastar un céntimo de lo suyo, ya
que todo correría a cargo de la Congregación de
Propaganda, y el Papa lo deseaba vivamente.
El Siervo de Dios manifestó sus deseos de poder
enviar pronto a sus hijos al Extremo Oriente;
pero, mientras tanto, le urgía consolidar y
desarrollar las misiones emprendidas y expuso sus
planes precisos acerca de esto, tanto al Prefecto
de Propaganda como al Papa. El pedía la creación
de una prefectura apostólica en Patagonia e
invocaba amplios subsidios para apresurar la
entrada de los misioneros en el territorio de los
indios. Eran medios eficaces establecer en los
confines toda una red de hospicios, colegios,
pensionados, atraer a ellos a los hijos de los
salvajes, ponerse en comunicación con sus padres y
con sus caciques, capacitar indígenas para actuar
en sus tribus.
El Padre Santo tomó tan a pecho los planes de
don Bosco, que habló repetidas veces de ellos con
el cardenal Franchi, para que los examinase y
diera su parecer. Don Bosco sostuvo un amplio
cambio de ideas con el Purpurado, al que entregó
una relación escrita y refrendada con informes
históricos y geográficos; pues se había dado
cuenta de que casi no se tenían nociones de
aquellas tierras en Roma 1. ((**It12.193**)) En
cuanto al Oriente no le fue posible hacer más que
promesas a largo plazo.
Don Bosco dedicó los mayores trabajos al asunto
de los privilegios;
pero escasean los informes precisamente en torno a
ello, porque procedía con tanta circunspección,
que no comunicaba a cualquiera los pasos que daba.
Cuando vio defraudados sus esfuerzos para obtener
la comunicación de los privilegios en masa, no
abandonó ningún medio para arrancar facultades
especiales y numerosas indulgencias. Así obtuvo
los dos Breves de aprobación para la Obra de María
Auxiliadora y para la Pía Unión de los
Cooperadores, sobre los cuales convendrá volver a
leer los capítulos III y IV del anterior volumen.
Obtuvo facultad perpetua al Superior General de la
Congregación para autorizar a cualquiera de los
suyos la lectura de libros prohibidos. Pero sobre
todo obtuvo en la audiencia del 3 de mayo que,
todos los que se encontraban en los colegios de la
Pía Sociedad, estuviesen dispensados
1 Véase Apéndice, doc. 10.
(**Es12.170**))
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