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formalidades requeridas. Pero no bastó; la
respuesta fue negativa. Resulta fácil comprender
cuánto amargaban a don Bosco estas negativas.
Aquel mes de abril contó don Bosco dos sueños o
amonestaciones al secretario que, more sólito
(según costumbre) los puso por escrito. El velo
que encubre su significado íntimo es tan
transparente, que creemos es éste el sitio que les
corresponde.
En la noche del 7 de abril, don Joaquín Berto
oyó gritar a don Bosco mientras dormía:
-íAntonio! íAntonio!
A la mañana siguiente le preguntó si había
dormido y le habló del grito oído. Entonces el
Siervo de Dios le contó lo que transcribimos del
secretario:
<((**It12.188**)) años
que había muerto. Finalmente avanzó la hiena hacia
mí con las fauces abiertas y yo, no viendo otro
medio de salvación, le eché las manos al pescuezo.
Me sentí angustiado ante tamaño peligro, y más al
comprobar que nadie acudía en mi socorro. Pero he
aquí que al fin vi descender de los montes un
pastor, que me dijo:
>>-El auxilio tiene que venir de lo alto; mas,
para conseguirlo, hay que descender muy bajo.
Cuanto más bajo se está, de tanta mayor altura
vendrá el auxilio. Este animal solamente causa
daño al que le hace caso, y a quien busca el
peligro.
>>Y seguidamente me desperté>>.
Otra noche volvió a soñar e hizo el siguiente
relato del sueño:
<>->>Cómo así? >>No tenéis la carroza, Padre
Santo?
>>-Sí, sí, pensaré en ello. Mi carroza es la
fidelidad, la fortaleza y la dulzura.
>>Pero estaba rendido y dijo:
>>-Yo ya he llegado al fin.
>>-No, no, Padre Santo, le dije, hasta que no
estén arreglados los asuntos relacionados con la
Congregación, no puede morir.
>>Entonces apareció una carroza, pero sin
caballos. >>Y quién la arrastraría? Y he aquí que
vi tres animales: un perro, una cabra y una oveja
tirando del carruaje del Pontífice. Pero, al
llegar a cierto punto,
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