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El lunes santo por la mañana pidió audiencia
pontificia. Durante los días de espera don Bosco
encontró tiempo para escribir algunas peticiones a
presentar al Padre Santo. El no olvidaba nunca a
los bienhechores de sus instituciones; por esto,
ya que se encontraba en Roma, quiso obtener del
Papa indulgencias o favores espirituales, como
testimonio de gratitud para sus amigos de América
y de Italia. Escribió, pues, ante todo una súplica
en favor del señor Benítez y de don Pedro
Ceccarelli.
Beatísimo Padre:
El sacerdote Juan Bosco, humildemente postrado
a sus pies, tiene el alto honor de presentar a la
alta Clemencia de S. S., a dos beneméritos
católicos de la República Argentina: Francisco
José Benítez y el doctor Pedro Juan Bautista
Ceccarelli.
El señor Benítez, hombre muy versado en las
ciencias sagradas y profanas, con ochenta y un
años de edad, sigue trabajando incansablemente. Y
dedica sus cuantiosos haberes al bien de la
religión, que practica ejemplarmente. Siempre bien
dispuesto a toda obra de caridad, promovió la ida
de los Salesianos a aquel país y, con grandes
gastos, hizo construir un colegio e iglesia en San
Nicolás de los Arroyos, proporcionó el mobiliario
necesario y sostiene a los siete misioneros
salesianos, que tienen a su cargo la educación de
los alumnos internos y externos del colegio.
Adicto como es a la Santa Sede, especialmente a la
sagrada y augusta persona del Romano Pontífice,
recibiría en su vejez el mayor de los consuelos,
si fuese honrado con el título de Comendador de la
Orden, que a S. S., mejor pareciere.
El doctor Pedro Juan Bautista Ceccarelli,
sacerdote italiano, hizo los estudios en Roma y se
trasladó a Argentina como misionero; es
actualmente párroco y vicario foráneo de la única
y muy populosa parroquia de San Nicolás. Por su
iniciativa y a sus expensas se fundaron y
funcionan normalmente varias escuelas y hospicios
que él sostiene con mucho celo. El mismo ((**It12.165**)) inició
las gestiones para la ida de los Salesianos a San
Nicolás; a su cargo estuvieron las negociaciones
con las Autoridades municipales estatales y
eclesiásticas. Su Arzobispo, León Federico
Aneyros, alaba encarecidamente su actuación. Por
su especial solicitud se confió la iglesia de la
Misericordia en Buenos Aires al cuidado de los
Salesianos y tres de ellos ejercen allí el sagrado
ministerio. Trabajó con mucho celo para que se
entregara a los mismos Salesianos el usufructo
perpetuo del Colegio, de la iglesia pública para
adultos y particularmente para la juventud de San
Nicolás que está muy necesitada de educación e
instrucción cristiana. Ahora, cual padre amoroso,
sigue asistiendo a los misioneros salesianos y con
ellos trabaja para fundar un colegio próximo a las
tribus salvajes, para abrirse de este modo camino
de penetración en Patagonia, objeto principal de
la Misión Salesiana.
Para este digno Sacerdote suplico que S. S. se
digne concederle la dignidad de Capellán o
Camarero de honor o cualquier otra que fuere del
agrado de S. S.
Estos dos documentos de Soberana Clemencia
servirán ciertamente para animar a estos dos
celosos católicos a perseverar en su trabajo en
favor de la Religión y a ser en adelante
constantes protectores de la Congregación
Salesiana.
(**Es12.146**))
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