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y también a los demás. Recordad, pues, que pueden
pertenecer a la Congregación no sólo los que
quieren después hacerse sacerdotes, sino que
también una parte considerada de los socios se
compone de seglares. Puede pertenecer a ella
cualquiera que desee salvar el alma. Por
consiguiente, si hay alguno de vosotros que diga:
-<>, éste puede pedir pertenecer a la
Congregación.
->>Pero, no nos faltará después lo necesario
para la comida y el vestido?, preguntará alguno.
Confiando siempre en la Providencia de Dios,
madre piadosa, puedo aseguraros que nunca nos
faltará nada de lo que necesitamos, lo mismo
estando sanos que enfermos, en los años de la
juventud y en los de la vejez. Es más, este motivo
decidió ya a algunos quedarse en la Congregación;
es decir, el pensamiento de que, si cayeran
enfermos en el mundo, o cuando llegasen a viejos
fuera de aquí, podían ser abandonados,
despreciados, sin poder ya mantenerse ellos mismos
o defender sus derechos; y que, por el contrario,
estando aquí, no les faltará. Así, pues, el que
deseara encontrar un puesto seguro, donde no le
falte en toda la vida el pan, la vivienda, el
lecho, el vestido, éste puede hacer la petición
para inscribirse en esta Congregación. Y el que
también, considerando los peligros extraordinarios
de condenación, que, saliendo de aquí, encontraría
en el mundo, como son los malos libros, las malas
compañías, y quisiese ((**It12.152**)) decir:
-<>, éste también
inscríbase tranquilo en nuestra Pía Sociedad.
Observad, además, que no hay distinción alguna
entre los socios de la Congregación; todos
perciben el mismo trato, artesanos, clérigos y
sacerdotes; todos nos consideramos hermanos, y lo
mismo que como yo, comen también los otros, y el
mismo plato, el mismo vino que sirven a don Bosco,
a don José Lazzero, vuestro director, a don César
Chiala y a todos los que pertenecen a la
Congregación, ese mismo es el que se sirve a
todos.
Alguno dirá:
-Pero >>don Bosco quiere de veras que
pertenezcamos a esta Sociedad? >>Es de su gusto
que entremos?
-Amigos míos, no piense ninguno entrar en esta
Sociedad, para dar gusto a don Bosco. No; no os
aconsejo que os quedéis aquí. Yo os he dicho esto
para que estéis enterados, para que sepáis
exactamente cómo están las cosas, para que
examinéis si os puede convenir y, el que lo desea,
sepa lo que tiene que hacer. Por lo demás, yo no
exhorto encarecidamente a ninguno. Quien piense
hacerlo, hágalo; y el que no, déjelo correr.
Y también, si hubiere alguno que desease ir a
América, le digo que entrando en la Congregación,
tendría la oportunidad de ir. Pero, nótese que la
Congregación no envía a nadie a América, si no lo
quiere, sino que deja ir a los que lo desean.
Habéis visto que el año pasado estaban aquí varios
compañeros vuestros: ahora son misioneros y hacen
mucho bien. Mientras estuvieron aquí no se
distinguían en nada de vosotros; eran como
vosotros. Ahora están allá y viven
extraordinariamente contentos. Todos conocíais
mucho a Gioia, que trabajaba de zapatero; pues
bien, es noticia de estos mismos días; se ha
convertido en un personaje importante y es
cocinero, zapatero y catequista. Conocíais también
a Scavini el carpintero, que en otro tiempo era
aquí un muchachote; es ahora jefe de taller con
unos veinte aprendices a sus órdenes, y sabemos
que en el poco tiempo que lleva allá ha hecho ya
muchísimo. >>Y Belmonte? Parecía uno más del
montón, cuando estaba con nosotros; y ahora
sabemos que hace
(**Es12.136**))
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