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Además de la platiquita de ocasión, hubo cantos,
piezas de música y declamación de poesías. El día
de la solemnidad se cantó una misa, compuesta para
la ocasión y dedicada a don Bosco por el
principiante Juan Pelazza, antiguo alumno del
Oratorio. La ejecución fue estupenda. Para la
bendición eucarística de la tarde la escolanía
interpretó el primer Tantum ergo del joven maestro
José Dogliani, que fue muy alabado por los
entendidos. Es fácil comprender cuánto interesaban
a todos, maestros, cantores y oyentes estas piezas
de música, digámoslo así, domésticas.
Al atardecer se celebró la consabida velada:
ante un altar iluminado con profusión y presidido
por la estatua de san José, se reunieron los
aprendices, los alumnos de las escuelas nocturnas
y los Superiores.
Aquel año se celebró también en esta fiesta el día
onomástico de don José Lazzero, director de los
aprendices, como entonces se llamaba a su
catequista, y más tarde vicedirector del Oratorio,
en lugar de don Miguel Rúa.
Para separar la parte religiosa de la otra, se
corrió un telón, que ocultó el altar y la imagen,
y en el cual apareció escrito: Vivan los padres
Lazzero, Bologna, Bertello, los señores Buzzetti,
Dogliani, y todos los José. En la presidencia se
sentaron los representantes de las escuelas
nocturnas y de los talleres, como loa al Santo y
homenaje al Superior. Sin duda que la preparación
de todo ello costó trabajo, pero los frutos lo
compensaron con creces. Basta leer los comentarios
del buen cronista:
<>.
Para comprender bien la última observación, hay
que recordar que don Bosco aceptaba entre los
aprendices a muchos pobres ((**It12.141**))
muchachos de la calle, abandonados de todos,
entregados por la Policía.
No hacía falta más para dejar un memorable
recuerdo de la jornada;
pero don Bosco supo poner broche de oro a la
fiesta. Solía don Miguel Rúa dar en este día una
conferencia a los socios profesos del Oratorio;
pero estaba aquellos días de viaje por los
colegios para presidir los exámenes semestrales de
teología de los clérigos. Así que, don Bosco
aceptó la invitación de dar él la conferencia,
después de la cena, en la
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