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catequistas, que, después de un rato de recreo,
los acompañaban a la iglesia y los entretenían
durante tres cuartos de hora sobre los puntos mas
esenciales de la doctrina cristiana. El Siervo de
Dios, sin preocuparse de gastos ni trabajos, les
proporcionaba después tres días de ejercicios
espirituales como preparación a la Pascua, durante
los cuales se obtenía abundante pesca. Se
prepararon sesenta de estos aprendices para la
Confirmación y fueron a recibirla en el palacio
arzobispal.
Tenían de doce a catorce años y casi todos
procedían de los talleres de Valdocco. Muchos se
confesaron entonces por primera vez, ((**It12.139**)) pero
prometieron frecuentar el Oratorio. Llamó mucho la
atención su buen comportamiento al ir al palacio
arzobispal, durante el tiempo que estuvieron en la
iglesia y en el momento de recibir la
Confirmación.
La fiesta mas solemne en este período del año
escolar era la de san José. Era precedida de un
mes dedicado al padre putativo de Jesús y hacía
cuatro años que se cumplía con mucha devoción.
Mas, por aquel entonces, no estaba difundida esta
piadosa costumbre; don Bosco la introdujo
especialmente para los aprendices, los cuales se
aficionaron a ella poco a poco. Pero también los
estudiantes tomaban parte. Cada mañana aumentaba
el número de las comuniones; por la tarde, antes
de la bendición eucarística, en lugar del Ave
Maris Stella, se cantaba el himno Te Joseph
celebrent; las lecturas públicas de costumbre en
la iglesia versaban sobre san José. Muchísimos
estudiantes visitaban el altar del Santo durante
el recreo de la merienda; los aprendices hacían
esta visita después de la cena. Nadie los
obligaba, pero eran muy pocos los que no la
hacían.
Semejante preparación disponía los ánimos a la
novena, que terminaba con un triduo solemne
predicado. El último día dijo el beato don Bosco a
algunos sacerdotes después de la comida:
-Verdaderamente se ve que san José nos quiere.
Durante esta novena han descendido muchas
bendiciones sobre esta casa. Algunos, que
acudieron a María Auxiliadora obtuvieron gracias
extraordinarias por intercesión de san José.
Varias de ellas tuvieron lugar en mi propia
habitación ante mis ojos. La situación económica
de la casa era muy lastimosa y en esta semana he
recibido grandes socorros. Pocas semanas ha habido
tan ricas en gracias y limosnas. Si hubiese dos o
tres mas como ésta, no faltaría mucho para saldar
todas nuestras deudas. Casi todos los días he
recibido mil o mil quinientas liras, y aún mas.
La fiesta puso en movimiento a los aprendices.
La víspera se celebró una reunión, a la que se dio
el nombre de conferencia, y cuyo fin era la
aceptación de nuevos socios en la Compañía
((**It12.140**)) de san
José.
(**Es12.126**))
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