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((**Es12.120**) protestantes; y los otros se veían obligados a quedarse en sus casas sin poder aprender nada, porque no había escuelas católicas. Y después, el domingo acudían al templo protestante. Pero ahora que se abrió nuestra iglesita, ya hace dos domingos que el pastor protestante se afana hablando a las cuatro personas que allí acuden y echa pestes contra don Bosco y sus curas, que dejan desiertos sus institutos. Y no hay duda que, de seguir así las cosas, como yo espero, los protestantes no tendrán más remedio que declararse en quiebra y marcharse. >>Veis lo que significa tener dos o tres operarios evangélicos? Y pensar que, sin aquellas escuelitas nuestras, sin aquella iglesita, muchas familias se habrían pasado poco a poco al protestantismo y los protestantes habrían podido instalar en aquel pueblo un centro permanente, de donde a saber cuándo se les hubiera podido desalojar y después de cuántos esfuerzos y trabajos. Ahora se trata de enviar allá a algún otro en su auxilio, porque Cerruti se queja de que él solo no puede dar clase a todos; hay que dividir la escuela y, al aumentar el trabajo, hay que aumentar también el número de individuos en aquella casa. Ahora voy a ver a quién se puede enviar. Os digo esto, queridos hijos míos, para que os animéis, porque yo quisiera veros a todos vosotros convertidos en sacerdotes, dispuestos a trabajar en la viña del Señor; pero sacerdotes celosos, de ésos que no piensan más que en salvar almas, de ésos que quieren prepararse una hermosa ((**It12.132**)) corona de gloria en el paraíso. Os diré también que, al volver de mi viaje, vi una cosa que me parece muy importante para contaros, y fue que el mar estaba muy agitado. Y lo estuvo cinco días. Yo no había visto nunca cosa semejante. Mirando desde la playa mar adentro, veíanse olas muy altas, casi como nuestra casa, que se desplomaban formando entre una y otra como un valle muy hondo. Además, una ola acosaba a la otra rápidamente y sucedía que al chocar una contra otra producían un estruendo semejante al estallido de dos o tres cañones que disparan a la par. El choque producía una espuma blanca que subía muy alta hacia el cielo. Yo creo que, si entre aquellas olas, que se lanzaban una contra otra, se hubiese encontrado un barco, habría sido lanzado tan alto que los marineros habrían tenido tiempo para morir por los aires (risas). Pero no se veía ningún barco en el mar. A las rocas llegaban continuamente olas gigantescas que se estrellaban con estruendo atronador y no se veía por toda la superficie del mar hasta muy lejos más que miles de crestas de olas y estelas de espuma blanquísima. Yo me encontraba casi a trescientos metros del mar y a menudo tuve que apartarme para no quedar mojado. Mientras observaba este espectáculo admiraba la omnipotencia de Dios, que, cuando quiere, con una sola palabra hace que el mar quede tan sosegado y tranquilo que hasta se puede correr sobre el mismo. Pero esta misma palabra pone todo en movimiento y en tumulto en una extensión tan grande, que horroriza verlo. Si hubiesen ido por allí los senadores y diputados a mandar al mar que se estuviese quieto, habríase visto hasta dónde llegaba su poder. Pero, mirando el mar, vino enseguida a mis mentes el pensamiento de que aquella agitación de olas es semejante al estado de conciencia de un joven que tiene el pecado en el alma. No tiene nunca paz ni tranquilidad. Dadme un joven bueno: está tranquilo y contento, porque su conciencia no le remuerde de nada. Contemplad otro con un pecado grave en la conciencia: no está quieto ni tranquilo; está agitado como el mar. Ya sube soberbio hacia las nubes como la ola que se levanta, ya se envilece como la ola que choca contra otra y despide espuma con tal violencia, que dice quien se acerca a él: (**Es12.120**))
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