((**Es12.117**)((**It12.128**)) Allí
todos ardían en deseos de conocer a don Bosco;
hasta los protestantes estaban picados de
curiosidad. En cambio don Bosco no tuvo prisa
alguna por darse a conocer. La casa daba a la
calle del pueblo y el ir y venir de la gente por
allí era continuo de la mañana a la noche. Pero él
fue en coche cerrado y en coche cerrado se marchó;
de suerte que muy pocos lo vieron. Con esta su
conducta reservada quiso seguramente evitar todo
lo que pudiese tener visos de provocación. Partió
de allí con la firme esperanza de que los
nuestros, andando el tiempo, salvarían al pueblo
de las garras del protestantismo; le alentaba a
esperarlo el haber visto que las familias del
lugar miraban con simpatía las nuevas escuelas y
que de todas partes llegaban limosnas para los
nuestros.
Animado por estos sentimientos, en cuanto llegó
al Oratorio, ordenó a don Carlos Ghivarello que
preparara unos planos para los edificios a
construir. Sobre una superficie, de treinta metros
por cuarenta, había que levantar una iglesia de
discretas dimensiones, con la vivienda para los
hermanos y escuelas para los niños a un lado; y al
otro la vivienda para las hermanas y escuelas para
las niñas. Ambas viviendas debían tener dos
plantas, mas sin impedir los ventanales de la
iglesia, cuyos muros laterales servirían así para
doble fin. En el piso superior del edificio
tendría a uno y otro lado seis habitaciones,
quedando destinada la planta baja para aulas,
refectorio y cocina.
La puerta de entrada no debía dar a la calle
principal, sino a un lado del edificio y
precisamente frente al templo protestante.
-Don Bosco, exclamó don Julio Barberis que
estaba presente y escuchaba estas instrucciones,
usted quiere mucho a los protestantes. Ya hace
años que se afana por establecerse aquí en Turín a
su lado 1; en Bordighera no quiere separarse de
ellos; tendría también que ir a Pinerolo a ponerse
a su lado.
-Sí, precisamente a su lado, contestó don
((**It12.129**)) Bosco.
Mas aún, ahora mismo está a la venta el templo de
los protestantes en Roma y ya he encargado a
alguien que entable negociaciones para la compra.
En realidad, los protestantes habían construido
en Roma su templo, sacando las obras a subasta;
pero, a la postre, estallaron ciertas discordias,
por lo que desecharon la idea. De aquel asunto,
por lo que concierne a don Bosco, no tenemos mas
noticias.
Una carta del Beato a don Juan Cagliero,
escrita desde Varazze, es un precioso recuerdo de
su visita a Vallecrosia.
1 Alusión a las difíciles negociaciones para la
construcción de la iglesia de San Juan
Evangelista, como se dirá en el volumen XIII.
Véase pág. 417 del volumen XI.
(**Es12.117**))
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