((**Es12.107**)
añadió otros mil, varios socios regalaron mil
francos cada uno; un socio, el menos acomodado,
pero tal vez el más adicto al Patronato, vendió
unas acciones, de las que sacó ocho mil francos y
los puso en manos de don Bosco. Al cumplirse los
tres meses se habían encontrado dieciocho mil
francos y se firmaba el contrato.
((**It12.117**)) En
otra ocasión más dio prueba el Beato de su
ilimitada confianza en la divina Providencia.
Preguntóle el mismo presidente si no le parecía
que aquella casa resultaba demasiado costosa, dado
el fin al que se la quería destinar, y el Siervo
de Dios le interrumpió con energía, diciendo:
-Dios hace sus obras con magnificencia. Observe
la cantidad de estrellas en el cielo, la
profundidad de los abismos y la multitud de peces
en el mar, cuánta variedad de riquezas y
hermosuras de toda clase en la tierra. Pues bien,
ésta también es obra suya. No vayamos con
menudencias. Si nos faltan los medios para comprar
esta casa tan
bonita, Dios nos los proporcionará.
Y demos ahora desde aquí un salto hacia
adelante, para llegar al Oratorio en la misma
noche de su regreso: así podremos saborear una de
aquellas conversaciones familiares, que don Julio
Barberis tuvo la inspiración, digámoslo así, de
consignar en su humilde crónica que, en algunos
párrafos ha hecho que llegara hasta nosotros casi
el acento vivo de la palabra de don Bosco.
Hablaba él con algunos de sus sacerdotes
después de la cena, según costumbre, de mil cosas,
contestando generalmente a preguntas y
observaciones que le hacían los interlocutores.
Aquella vez le preguntó uno:
->>Asistió usted al sermón de monseñor
Mermillod?
->>Que si estuve? íEl Obispo de Niza me
arrastró hasta su lado! Habían colocado para él un
sillón en el presbiterio y quiso que yo me sentase
junto a él rodeado de todos los canónigos, de cara
al pueblo.
->>Conocía usted ya a monseñor Mermillod?
-Sí que lo conocía, hacía ya mucho tiempo, y
mantuvimos siempre relación epistolar. Es muy
bondadoso con el Oratorio. Pasó por aquí para
visitarme, vio el Oratorio y le gustó.
-Era pequeña la iglesia de San Francisco de
Paula, >>no es verdad? De lo contrario la limosna
hubiera sido mayor.
-Pequeña, y tan abarrotada de gente, que los
que hacían la colecta no podían pasar. ((**It12.118**)) A
muchos no les llegó el cepo. Se dijo, y creo que
con razón, que si la iglesia hubiese sido grande,
se hubieran recogido quince mil francos, y no
cuatro mil. Muchos señores hicieron después lo que
no habían podido hacer entonces, de suerte que a
cada
(**Es12.107**))
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