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que él quisiese defender su causa, fijaba sin más
la atención sobre el punto que, durante el debate,
había sido el caballo de batalla del Ordinario.
DECLARACION DE
NO RECIBIR EN ADELANTE
NINGUN SEMINARISTA DEL SEMINARIO
Eminencia Rvma.:
Para no molestar inútilmente a V. E. Rvma., me
he abstenido hasta el presente de darle cuenta de
nuestro asunto; hoy, después de presentarle mis
más vivos sentimientos de agradecimiento por la
gran caridad que nos dispensa, le daré cuenta de
lo ocurrido.
El Arzobispo de Vercelli me escribió enseguida,
pidiéndome le hiciese una relación de las
divergencias entre nuestra Congregación y nuestro
Arzobispo. Así lo hice. Poco después, vino él en
persona y quiso que le diera explicación detallada
de todo; fue, luego, a nuestro Arzobispo, a quien
le expuso todo, insistiéndole para que le dijera
los motivos que le movían para abrumar de modo tan
violento a nuestra pobre e incipiente
Congregación. Después me refirió lo siguiente:
-Le hice hablar mucho, le pregunté sobre cada
uno de los puntos; él aseguró continuamente que no
tenía nada contra vos, y de lo único que se
quejaba era de que don Bosco recibe a sus
seminaristas de Turín sin pedirle ningún permiso.
Manifestó el deseo de hablarme y fui el jueves.
Después de hora y media de antesala fui recibido;
hablamos cortésmente de vaguedades; pero al llegar
al tema no pudimos hablar; yo me retiraba re
infecta (como de cuestión envenenada), cuando
llegó el Arzobispo de Vercelli, que me detuvo y me
invitó a continuar la ((**It11.99**))
conversación en su presencia diciendo:
-Cada uno puede hablar aquí libremente.
Don Bosco. -No deseo saber más que lo que
disgusta a nuestro señor Arzobispo, para procurar
evitarlo.
Monseñor Gastaldi.. -Yo no tengo nada contra
esta Congregación; pero hay un escándalo, que no
puedo tolerar, y es: por qué se recibe en ella a
mis seminaristas, con lo que todo se desordena.
Don Bosco. -Hasta ahora no he tenido ni un
clérigo del Seminario de Turín que forme parte de
nuestra Congregación.
Monseñor Gastaldi. -Sí que los hay; y quien lo
niegue, niega los hechos.
Don Bosco. -Ruégole, Monseñor, que me crea.
Hasta hoy (4 de febrero de 1875) no hay un
seminarista de los suyos formando parte de los
Salesianos.
Monseñor Gastaldi. -(Al llegar aquí montó en
cólera; dijo después que yo quería hacer sus veces
de obispo y añadió): Si no los aceptó en la
Congregación, los recibió en su casa y esto me
molesta.
Don Bosco. -Repliqué que en las casas de su
diócesis no había ninguno de sus seminaristas como
Salesiano, ni como asistente. Sucedió que se
acogió a uno en Alassio, diócesis de Albenga,
donde fue recibido para impedir las amenazas e
insultos preparados contra el Arzobispo por los
padres de aquel seminarista; pero fue recibido
como asistente, si bien él aspiraba a ingresar en
la Congregación.
Monseñor Gastaldi. -Esto no lo puedo permitir,
no puedo.
Don Bosco. -Como ya tuve el honor de
escribirle, parece que las disposiciones
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