((**Es11.86**)
Cualquier historiador con un adarme de
escrúpulo, antes de seguir adelante, experimenta,
al llegar aquí, el deber de precaver a sus
lectores de juicios imprudentes. Quien presumiere
juzgar sumariamente al Arzobispo de Turín, a
través de las relaciones habidas entre monseñor
Gastaldi y el Beato don Bosco, andaría muy lejos
de la verdad. Monseñor Gastaldi no estaba todo él
aquí. En efecto, él dejó tras sí una fama, viva
todavía, de celo enérgico y emprendedor en el
gobierno de la archidiócesis de Turín. Aún hoy se
leen con gusto y utilidad algunas de sus
pastorales, impregnadas de buena doctrina y
escritas con estilo vigoroso. Tuvo entusiastas
admiradores y vehementes adversarios en las mismas
filas del clero; lo cual no extrañará a quien
posee experiencia de la vida: sólo yerra el que
algo hace, y, además, >>dónde está el que haya
logrado contentar a todos en este mundo? En el
caso de don Bosco hay que notar que había personas
que convivían con Monseñor, las cuales contribuían
al daño del Oratorio con una labor de denigración
cotidiana. Mas, por encima de toda consideración,
está el hecho de que el Arzobispo, sin más razones
que las de ((**It11.93**)) la
propia grey, no llegó nunca a convencerse de que
fuese útil y justo favorecer a un instituto que,
aun mirando a lejanas y amplias expansiones, daba
la impresión de estar quitando a la Archidiócesis
muchos medios para hacer el bien, y que hubiera
parecido mucho más razonable emplearlos en aquel
momento. Como quiera que fuere, la divina
Providencia permitió que aquellos ayes presentaran
al Beato don Bosco innumerables ocasiones para
mostrar el heroísmo de sus virtudes. Por lo demás,
es sabido que todos los grandes fundadores, quién
más, quién menos, sufrieron la adversidad por
malos entendidos similares.
Por la naturaleza de los requerimientos y por
los buenos oficios del cardenal Berardi,
comprendió Pío IX la oportunidad de una
intervención para intentar un arreglo e impedir
que las cosas fueran de mal en peor. Encargó,
pues, a dicho purpurado para que convenciera a
monseñor Fissore, Arzobispo de Vercelli, de que
interviniera para que cesara de una vez la
lamentable divergencia surgida entre don Bosco y
su Ordinario <>. El buen purpurado
obedeció <> al Arzobispo de Vercelli una
carta, cuya copia envió <> a don
Bosco. <> 1.
Los términos de la mencionada comunicación a
monseñor Fissore
1 Carta del cardenal Berardi a don Bosco, 9 de
enero de 1875.(**Es11.86**))
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