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((**Es11.58**) a la más alta perfección, tomaba por norma el principio del Evangelio: Cui multum datum est, multum quaeretur ab eo (a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho) 1. Así el lenguaje de don Bosco, que de momento pareció <>, en realidad no contrastaba mucho con la idea de la santidad. A los más antiguos, obligados a mayor virtud, él les exigía mayor fidelidad en ajustarse a sus intenciones. Pero es preciso añadir que en el mismo Oratorio no todos pensaban como don Bosco respecto a los Hijos de María; algunos tenían poca confianza en el buen resultado de individuos de dura mollera y que, por añadidura, habían sido, hasta días antes, rudos obreros o campesinos. Es sabido que las novedades engendran dificultad; además, no solía don Bosco manifestar su pensamiento a todos, ni todo de una vez, sino de acuerdo ((**It11.60**)) con las conveniencias y en cuanto esperaba ser comprendido. En consecuencia, el que se había habituado a ponerse dócilmente en sus manos, procuraba hacer lo que él decía, seguro de que era lo mejor; sin embargo, el que no había renunciado a buscar el pelo al huevo, o que sólo miraba la superficie de las cosas, siempre encontraba algo que decir. >>Quién habría imaginado, en nuestro caso, cuántos hijos de Abrahán y quiénes serían los sacados de las piedras, por obra de don Bosco? Pudo verse después, singularmente en las Misiones, el temple de hombres apostólicos que produjo la escuela de fuego. Pero don Bosco, según su costumbre, obraba y dejaba hablar. No se le escapaba una ocasión en la que pudiera poner de relieve aquella escuela a fin de que se la tuviera en consideración y se ganara las simpatías y la ayuda de la casa. Con la intención de que la Obra entera formara un cuerpo uniforme, distinto del resto y bien dirigido, puso al frente al santo de don Luis Guanella, quien aceptó de buen grado el delicado encargo. Al poco tiempo, preparando un viaje para Roma y con el deseo de presentar al Padre Santo una carta de cada una de las secciones del Oratorio, quiso que también figurara la de los Hijos de María, y encargó al director que la escribiese. Don Luis Guanella redactó este precioso documento, que los lectores nos agradecerán se lo hayamos ofrecido: Beatísimo Padre: La Providencia, en cuyas manos está la suerte de los hombres, me llamó para ser religioso en esta Congregación Salesiana, mientras actuaba como párroco de Savogno, en la diócesis de Como. 1 Luc. XII, 48.(**Es11.58**))
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