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a la más alta perfección, tomaba por norma el
principio del Evangelio: Cui multum datum est,
multum quaeretur ab eo (a quien se le dio mucho,
se le reclamará mucho) 1. Así el lenguaje de don
Bosco, que de momento pareció <>, en
realidad no contrastaba mucho con la idea de la
santidad. A los más antiguos, obligados a mayor
virtud, él les exigía mayor fidelidad en ajustarse
a sus intenciones.
Pero es preciso añadir que en el mismo Oratorio
no todos pensaban como don Bosco respecto a los
Hijos de María; algunos tenían poca confianza en
el buen resultado de individuos de dura mollera y
que, por añadidura, habían sido, hasta días antes,
rudos obreros o campesinos. Es sabido que las
novedades engendran dificultad; además, no solía
don Bosco manifestar su pensamiento a todos, ni
todo de una vez, sino de acuerdo ((**It11.60**)) con las
conveniencias y en cuanto esperaba ser
comprendido. En consecuencia, el que se había
habituado a ponerse dócilmente en sus manos,
procuraba hacer lo que él decía, seguro de que era
lo mejor; sin embargo, el que no había renunciado
a buscar el pelo al huevo, o que sólo miraba la
superficie de las cosas, siempre encontraba algo
que decir. >>Quién habría imaginado, en nuestro
caso, cuántos hijos de Abrahán y quiénes serían
los sacados de las piedras, por obra de don Bosco?
Pudo verse después, singularmente en las Misiones,
el temple de hombres apostólicos que produjo la
escuela de fuego.
Pero don Bosco, según su costumbre, obraba y
dejaba hablar. No se le escapaba una ocasión en la
que pudiera poner de relieve aquella escuela a fin
de que se la tuviera en consideración y se ganara
las simpatías y la ayuda de la casa. Con la
intención de que la Obra entera formara un cuerpo
uniforme, distinto del resto y bien dirigido, puso
al frente al santo de don Luis Guanella, quien
aceptó de buen grado el delicado encargo. Al poco
tiempo, preparando un viaje para Roma y con el
deseo de presentar al Padre Santo una carta de
cada una de las secciones del Oratorio, quiso que
también figurara la de los Hijos de María, y
encargó al director que la escribiese. Don Luis
Guanella redactó este precioso documento, que los
lectores nos agradecerán se lo hayamos ofrecido:
Beatísimo Padre:
La Providencia, en cuyas manos está la suerte
de los hombres, me llamó para ser religioso en
esta Congregación Salesiana, mientras actuaba como
párroco de Savogno, en la diócesis de Como.
1 Luc. XII, 48.(**Es11.58**))
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