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((**Es11.55**) tercer curso y formó con ellos una clase aparte, con programa especial, ((**It11.56**)) a base de latín y de italiano, con la intención de acelerarles el fin del curso y prepararles para imponerles la sotana en el próximo mes de noviembre. Esta clase extraordinaria se denominó escuela de fuego, dado el ardor y entusiasmo que en ella reinaba. Ya había anunciado el funcionamiento de esta clase en las consabidas <> del 8 de febrero. Quiero hablaros esta noche de una cosa de la que ya he hablado con algunos en particular; pero que todavía no es pública y que, como espero, ha de producir mucho bien. Por eso hoy quiero decírosla a todos. Mirad: yo quisiera hacer una gran redada de peces: echar mis redes, tirar después de ellas y arrastrar hacia mí a todos los que quieran dejarse pescar. Fijaos: me piden insistentemente desde América que mande misioneros; hay allí inmensas regiones faltas de misioneros. Gimen todavía aquellas gentes en las sombras de la muerte, en las tinieblas de la idolatría, y perdura tanta desventura porque no ha habido aún ningún misionero que haya ido hasta allá para predicarles la verdadera religión. También aquí en nuestras tierras empieza a sentirse una gran escasez de sacerdotes. Todos se lamentan: >>cómo es que no hay nadie que se haga sacerdote? Esta escasez de sacerdotes en nuestra tierra y la necesidad que se siente de misioneros, me han inducido a organizar un curso especial de estudios para los que quisieran hacer más rápidamente los cursos de latín y de filosofía. Empezaré con una escuela de fuego en la que no se estudien más que las asignaturas necesarias, sin el enredo de materias accesorias, y así podrán concluir los estudios más deprisa. Podrán asistir a esta escuela aquellos que lo deseen del cuarto y del tercer curso y quizá también alguno del segundo, que ya esté entrado en años, es decir, con más de dieciséis. Si fuera todavía tan joven que tuviera, por ejemplo, sólo ocho años, no necesita precipitar los estudios; ese tiene comodidad para hacerlos todos regularmente. Con ese curso, hecho como os decía, con gran fuego, a base de buenos profesores, y contando con vuestra buena voluntad, espero que podremos conseguir imponeros la sotana para la fiesta de Todos los Santos. La primera condición que se requiere es una gran voluntad, porque si ya es débil, ahora que los estudios son lentos, cuando se aceleren tanto, no podríais seguirlos. Por tanto, es menester que vuestro profesor pueda dar testimonio de vuestra gran voluntad de estudiar. No os maravilléis preguntando: ->>Cómo podremos ir tan deprisa? Yo veo que, con las condiciones que ahora os diré, con buenos profesores, buena voluntad y, además, contando con vuestro gran ingenio y talento, la cosa resultará. (Murmullos, sonrisas generales y complacencia de muchos al escuchar aquel elogio). ((**It11.57**)) Oíd ahora las otras condiciones, a más de la edad y de la buena voluntad que os he dicho. Es necesario que cada cual se decida por permanecer aquí o por ir a las Misiones. Digo permanecer aquí, en el Oratorio, o por lo menos que no pertenezca a la diócesis de Turín, porque para entrar en el seminario de esta diócesis exigen el certificado de haber aprobado el quinto curso gimnasial; pues, aunque uno estuviera adelantado en los estudios, como le sucedió a Gilio, el curso pasado, y hubiera quedado entre los primeros en los exámenes, para poder vestir la sotana, solamente por no(**Es11.55**))
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