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como desearía; el número, en efecto, es algo
reducido. Pero verás lo bien que va a resultar y,
con el tiempo, será la única solución para los
Obispos y para las Misiones.
>>Ahora muy fácilmente se dice: son malos
tiempos, pero pronto cambiarán; vendrán tiempos
mejores y aumentará el número de vocaciones.
Podemos desear estos tiempos mejores; pero, no
esperarlos. Si es cierto que los efectos son
proporcionados a las causas, y que, puestas las
causas, han de venir las consecuencias, las cosas
que ahora estamos presenciando tienen tan hondas y
funestas raíces, que los efectos han de resultar
muy amargos y prolongados; no hay quien pueda
calcular su término. Hace sólo treinta o cuarenta
años había varios Estados católicos: uno podía
esperar el amparo del otro; pero, ahora ya no es
posible. Sin embargo, cobremos ánimos. La mies es
grande; también nosotros hemos de aportar nuestra
piedrecita para el majestuoso monumento de la
victoria>> 1.
Los Obispos más iluminados intuían la santidad
y utilidad de la Obra. El Obispo de Albenga la
proclamaba muy digna de todo encomio, por lo que
animaba al que la había ideado a poner en práctica
la ejecución de su designio 2. El Obispo de
Vigévano veía calcado en la Obra el espíritu de
don Bosco, en quien siempre había admirado al
Hombre de Dios 3.
Según el Obispo de Acqui aquella Obra venía a
remediar una necesidad muy sentida, lo que
confirmaba así con un hecho: ((**It11.53**)) <> 4.
El Obispo de Alessandria recomendaba <> el proyecto, pidiendo a Dios que con
su gracia lo ayudase a realizarlo 5. Al Obispo de
Tortona, aun considerando oportuno y muy útil el
ingreso de los muchachos adolescentes en el asilo
seguro del Seminario,
1 De una crónica manuscrita, de don Julio
Barberis (23-1-1876).
2 Carta al Padre Santo, 12-4-1875.
3 Carta al cardenal Berardi, 12-4-1875.
4 Carta al cardenal Berardi, 15-4-1875.
5 Carta del 16-4-1875.(**Es11.52**))
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