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Se pueden dar muchos medios para conservar tan
preciosa virtud. Pueden reducirse a dos
categorías: medios negativos y medios positivos.
Los negativos pueden compendiarse en la norma
que nos dio san Agustín: Apprehende fugam si vis
referre victoriam. Para combatir los otros vicios,
hay que tomarlos de frente; para conseguir esta
virtud, dice san Felipe, vencen los cobardes, los
que huyen.
Se llaman medios negativos los que nos indican
lo que debemos evitar o huir, para no encontrarnos
en peligro de perderla.
Son muchos los medios negativos. Pero yo los
reduzco todos a la palabra huir: Apprenhende fugam
si vis referre victoriam.
Huir de las personas de otro sexo. En primer
lugar, huir de la familiaridad con ellas. Nunca
serán demasiadas las precauciones. >>Cómo se las
arreglarán aquellos que desean salir a rienda
suelta y dan plena libertad a sus ojos para mirar
por todas partes? He aquí un clérigo que va a casa
de sus padres. Se dirá: no hay ningún peligro en
ello.
Y, sin embargo, tendrá que ir a visitar a la
prima, a la tía, a la cuñada. Hay mujeres
prudentes; pero no todas lo son; a muchas les
gusta presentarse bonitas, otras están mal
vestidas; aquí un gesto, allá un movimiento y ese
tal, si no cae, se encuentra en grave peligro. Y
no se diga tampoco:
-íEs mi hermana! íEs una persona religiosa! íNo
es más que una niña!
Porque el demonio es astuto, ha estudiado mucha
lógica y sabe hacer abstracción a las mil
maravillas. Quita la palabra hermana y deja sólo
la palabra mujer; quita la palabra religiosa,
pariente, y deja la palabra soltera; quita la
palabra jovencita, niña y deja sólo la palabra
muchacha; y, si no llega a caer, se pone en
peligro; no está allí de pronto, mas espera y
verás cómo serán tus pensamientos cuando te
encuentres solo.
Huida de las conversaciones mundanas. Viene, en
segundo lugar, la huida de las conversaciones
mundanas. íQué raras son las conversaciones en las
que no hay alusiones a nada de este género! Por lo
común son jóvenes que hablan un poco de todo,
están acostumbrados ((**It11.582**)) a ir
por todas partes y hablar con toda clase de gente
y ni siquiera piensan en el escándalo que pueden
dar. Se empieza por contar anécdotas y episodios,
por reírse de unas cosas y de otras y aquella
pobre persona consagrada al Señor, >>cómo se las
arreglará para mantener el corazón puro y limpio?
Las conversaciones que me parecen más
peligrosas son las que se sostienen en los
banquetes, y singularmente en las bodas. Se
tratará del hermano, del primo, de la hermana,
todos gente honrada; pero, >>qué queréis que os
diga? Aquellas conversaciones, unidas al comer y
beber hasta saciarse acaban siempre por dejar mil
impresiones peligrosas, especialmente cuando uno,
después de esos banquetes, se queda solo y se
dispone a descansar; son impresiones tales que, si
no se es muy fuerte, no se resisten.
Tercera fuga: las visitas que se reciben. Aun
cuando se presentan sin que vosotros vayáis a
buscarlas. Hay que emplear mucha cortesía: se
reciben, se intercambian los saludos, se piden
noticias de unos y de otros; mirad, aquí hay esto,
allí esto otro. Se está un momento y después:
-Bien, ahora tengo que hacer tal cosa que me
urge; quedaos con Dios.
Pero permanecer largo tiempo, prolongar la
conversación, acompañarlos a ver esto o aquello,
son cosas que comienzan a ser peligrosas.
Y no se diga que los visitantes quedarán
ofendidos, si uno no se entretiene más tiempo o si
no se aceptan invitaciones para ir a comer a otro
sitio. Generalmente quedan edificados, y dicen:
-Aquí hay orden, y cuando hay una regla, se
cumple.
No hace mucho tiempo vinieron los padres de un
clérigo, con un hermano suyo,
(**Es11.489**))
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