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((**Es11.487**) Hay, además, otra razón práctica para alejarnos de la patria. Allí nos ha conocido desde pequeños la mayor parte de la gente; conoce nuestras diabluras y quiera Dios que no nuestros escándalos. Si ahora nos ven subir al púlpito y predicar la sobriedad, uno dice: -Me acuerdo yo haberle visto a éste en tales comilonas, en tales fondas; y íqué buenos platos se servía! -Otro dice: recuerdo que, cuando éramos niños, íbamos juntos a la escuela, nos peleamos un día y le di unos mojicones que no olvidó en mucho tiempo. Y otros, otras cosas. >>Qué fruto podrá conseguir su predicación? Y además, no faltan pleitos y discordias que pueden darse entre sus familias, con los que quedan distanciados del párroco y no van a confesarse nunca. Veamos a los apóstoles. íQué desprendimiento tuvieron de sus padres y de sus bienes! Dirá alguno: -Abandonaron pocas cosas, porque eran pobres. Pero yo os digo que fue mucho lo que dejaron, porque abandonaron cuanto tenían y lo abandonaron del todo, lo abandonaron apenas oyeron la voz del Señor y, lo que es más, abandonaron toda esperanza y todo afecto a las cosas que hubieran podido ganar. Tenían, además, a sus padres, a su mujer y a sus hijos. Y lo dejaron todo. Eran pobres, necesitados; sostenían ellos a la familia; pero, no importa, lo dejaron todo enseguida. >>Y no es esto una crueldad, abandonar a los padres ancianos y pobres...? El Señor los ha llamado y ellos van. Yo veo un sacrificio inmenso. El Señor quería aquello para probarlos; y, al verlos por encima de todo interés, se sirvió de ellos para las cosas más grandes del mundo. Veamos ahora también qué pedía a quien quería ser su discípulo y seguirlo. Leemos en el Evangelio de tres jóvenes que se le presentaron para seguirlo. Habiendo oído las palabras de vida eterna del Dios Salvador, un jovencito se le acercó y le dijo: -Magister, sequar te quocumque ieris. >>Qué debo hacer? -Vade: vende, quae habes et veni et sequere me. El joven, que era rico, bajó la cabeza, encontró duras aquellas palabras y se marchó; no se lee que volviera de nuevo. Se le presentó otro y: -Sequar te..., le dijo. Jesús le respondió: -Filius homnis non habet ubi reclinet caput suum. Y como quería seguirle por fines temporales, inclinó la cabeza y se marchó. Un tercero no quiso ser menos que los otros en su ofrecimiento: -Sequar te... El Señor lo aceptó y el otro le dijo: -Pero he de comunicar una mala noticia: ayer murió mi padre... voy, lo entierro y vuelvo después. -Relinque mortuos sepelire mortuos suos, tu vero veni et da gloriam Deo. Esto es, deja a los del mundo, que están muertos a la gracia, que entierren a los muertos... Se cree que escuchó la voz del Señor y que llegó a ser uno de los más grandes discípulos. ((**It11.580**)) Ahora bien, si alguno de vosotros tiene motivos superiores a los de ellos para irse a casa, que me lo venga a pedir, que yo le dejaré ir. Motivos de mayor gravedad que ir a dar sepultura a su propio padre o de arreglar los asuntos familiares... Yo acostumbro a decir respecto a esto: si la necesidad o la caridad lo requieren, váyase; pero, si no es la caridad o la necesidad lo que nos empuja, no se vaya a casa. (**Es11.487**))
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