((**Es11.485**) Y se
hizo clérigo.
Su segundo hermano decía poco después:
->>Por qué tengo que dejar a mi hermano que
asegure la salvación de su alma y yo quedarme
pegado a estos cuatro palmos de tierra?
Habló con el padre, que se puso hecho una
furia; pero el muchacho se mantuvo firme en su
propósito y lo siguió. Dos meses después la
hermana, la única que quedaba en casa, manifestó
los mismos deseos. El padre llegó hasta a pegarla
para que no ejecutara su plan. Pero ella no
cambió. Hoy es monja, uno de los hijos es
religioso y el otro sacerdote secular.
Os cuento esto para haceros ver cómo se
suscitan las vocaciones ordi narias al estado
religioso. Esto da a entender la benignidad del
Señor, que se sirve de uno que estaba resuelto a
resistir cualquier incitación, para hacer toda una
familia de religiosos.
Se ve también aquí de qué modos puede nacer una
vocación y cómo, correspondiendo a ella, ((**It11.577**))
enseguida se obtienen gracias especiales del Señor
y sobre todo la de la perseverancia.
Ahora terminaré exponiéndoos un pensamiento que
no está tomado de las Sagradas Escrituras, de los
Santos Padres, ni de ningún otro libro. Es un
pensamiento mío, que se me ocurre en este momento.
El Señor se sirve de mil medios para llamar a
sí; y cuando se corresponde a la primera gracia,
vienen mil tras ella.
Pues bien, es mi parecer que sólo el hecho de
haberos llamado a todos vosotros aquí, haberos
reunido para estos ejercicios, es un señal de que
Dios os quiere llamar a Sí en este mismo lugar y
en esta misma Congregación. El solo hecho de estar
aquí lo considero ya como una señal de vuestra
vocación. No la única, pero una verdadera señal.
El Señor no concede a todos la gracia de poder
venir, de liberarse de cualquier otra ocupación;
no da a todos el deseo de venir aquí a hacer los
ejercicios, no da a todos el deseo de abandonar el
mundo, no hace ver a todos la vanidad de las cosas
terrenas y la preciosidad de las eternas. A
vosotros os ha hecho ver claro todo esto y os dio
este deseo. Es señal de que os quiere a todos para
Sí y en este mismo lugar, donde os hace oír su
voz.
B) Medios para CONSERVAR LA
VOCACION
Hemos visto ayer el modo de conocer la vocación
y de cuidarla. Ahora deseo deciros el modo de
conservarla.
Los escritores de ascética ofrecen muchos
medios y normas para ello. La oración bien hecha,
continua, que nos obtiene de Dios todas las
gracias. Los sacramentos de la confesión y
comunión recibidos con frecuencia, que son los dos
grandes apoyos para un buen cristiano. La
frecuente participación en la santa misa, fuente
de mil bendiciones para quien la oye con devoción.
Y muchas otras cosas sugeridas por los directores
del espíritu.
Pero yo creo que todos se pueden reducir a algo
más sencillo, yendo a la raíz y procurando poner
remedio al origen del peligro y del mal.
Yo creo, pues, que todo está en romper
cualquier relación con las personas y las cosas
que pueden impedirla, hacerla perder o
debilitarla.
Cortar toda relación ajena a la vocación es lo
que me parece a mí importantísimo para conservar
la vocación.
Las relaciones con el exterior pueden referirse
a los lugares, esto es, nuestra tierra;
(**Es11.485**))
<Anterior: 11. 484><Siguiente: 11. 486>