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((**Es11.478**) Yo lo sentí como si se tratara de una gran desgracia que me ocurría a mí: es más, si hubiera sido cosa mía no hubiera experimentado ((**It11.569**)) tanta amargura y dolor. íUsted me conoce, y sabe mi manera de pensar y de juzgar! -------------------------------------------------- ----------------------- El abogado Menghini era del parecer de enviar una Instancia en favor de la exención, para que el rescripto no quede como causa juzgada. Yo era del mismo parecer, pero, pensándolo mejor, creo que eso siempre se podrá hacer y que quizá sea mejor esperar ocasión más propicia. Dejo, sin embargo, a su opinión que decida lo que mejor crea. Berardi no estaba hoy en Roma; también tenía que ocurrir esto: quia acceptus eras Deo, necesse erat ut tentatio probaret te. Pero después de las tentaciones que sufrió Tobías, sabemos también cuáles fueron sus consuelos y la suerte que corrió el demonio Asmodeo, enemigo de Sara, y cómo floreció su casa, figura o imagen del Instituto de don Bosco, que, pese a las contrariedades de algunos hombres, vivirá y seguirá adelante, y hará un bien inmenso en la Iglesia y en la sociedad. Ruego a su bondad acepte este desahogo de mi alma como un tributo del aprecio y afecto ilimitado que le profeso. Y con ello mis saludos, los de la buena Inés y todos los de casa, que se unen a mí para pedirle que no nos olvide en sus oraciones y nos recomiende a las de esos buenos jóvenes. Un saludo particular para don Juan Bautista Lemoyne, don Joaquín Berto, don Juan Bonetti y don Juan Francesia. Beso reverentemente sus manos, y de todo corazón me reitero siempre. De usted muy querido y venerado don Bosco, Roma, 17 de septiembre de 1875. Su s. s. y afmo. amigo JUAN BAUTISTA FRATEJACCI, Can. el ardor de mi enfado, hablando con la buena de Inés, que tanto se lamenta, dejé escapar de mi boca, no sé como, esta expresión: -Mirad, le dije, no pasará este año, y quizá ese Secretario será juzgado por Dios. >>Tenía que ser yo también uno de los osos, que profetizaron? No lo quiera Dios, y conceda también a nuestros enemigos todo el bien que deseamos para nosotros; pero, líbrenos de una vez de tanto males, como nos inquietan y oprimen el alma, e irritan las entrañas de quien vive, y no vegeta (N. del T.). (**Es11.478**))
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