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((**Es11.476**) 18 CARTA DE MONSEÑOR FRATEJACCI A DON BOSCO Veneradísimo y carísimo don Bosco: A mi carta de ayer uno la presente de hoy que íno podía sospechar había de escribirle! Lo siento de veras por usted y por el gran afecto y aprecio sin límites que confieso profesar a usted y a su Instituto. ((**It11.567**)) Pero no puedo empezar sin antes recordar las primeras palabras del sagrado Libro de Tobías: quia acceptus eras Deo, necesse fuit ut tentatio probaret te! (y porque eras acepto a Dios fue necesario que te probara). Sí, sólo con este criterio puede enjuiciarse el hecho de la Comisión de los Cardenales. El meticuloso trabajo del Secretario de la Comisión y lo que lo precedió y acompañó; y, peor aún, lo que siguió al Congreso de los eminentísimos Cardenales. Cosas increíbles, más que verdaderas, insólitas, extraordinarias y que enojan a cualquiera que las observe. Pero íbendito sea Dios! Nos consolamos también en esto, porque ello demuestra, que acceptus eras Deo. Es inútil que yo le repita lo que le escribe el abogado Menghini, que lamenta muchísimo conmigo los términos definitivos de la decisión, que facto verbo cum Sanctíssimo, ha terminado y comunicado hoy Monseñor Secretario (ya Eminentísimo) con el mismo. Me limitaré solamente a hacerle ver el finísimo trabajo efectuado en torno a este asunto. No contento el señor Secretario con notificar al abogado Menghini que no escribiese más que unas brevísimas palabras en vez de la exposición, completa y concluyente, que él ha escrito y distribuido a los Cardenales, se ha dado prisa para bloquear al Cardenal Vicario y ganárselo, sabiendo como cosa cierta el modo de pensar de Bizzarri. Hizo usted bien escribiendo las cartas que escribió, pero Monseñor Secretario estaba aquí para neutralizar el efecto que éstas podían haber producido. Sucedió, pues, que el Cardenal Vicario, que fácilmente hubiera apoyado el parecer más benigno y favorable de Martinelli y De-Luca, se puso, por el contrario, resueltamente de parte de Bizzarri y del Secretario, el cual es el primero que habla con voto consultivo solamente, pero que en esta ocasión se convirtió en decisivo por la influyente y muy delicada circunstancia de que al día siguiente debería vestirse también él con los colores que usted sabe. Desviada así la opinión de todos los congregados, y alarmados con el fantasma, hábilmente presentado, de una posible ruptura de tal prelado (M. G.) con la Santa Sede, tuvieron ya poco que decir Martinelli y De-Luca, siendo así que se pudo haber obtenido, lo repito, el noventa por ciento en su favor. Y todo >>por quién? Por un hombre, que alardeaba de ser amigo entrañable de don Bosco, y que íquizá también le debe mucho del color que hoy viste! >>Y cuándo? Precisamente cuando cesaba en su cargo de Secretario. Justamente dos días después de haber entregado toda la documentación de la oficina al sustituto M. Trombetta, diciéndole, al firmar no sé qué documento: -íMi última firma como Secretario! >>Y cómo pudo quedarse con la cuestión de don Bosco? >>Cómo pudo intervenir dos días después en el asunto de la reunión de la Comisión? Dado que por su convicción íntima fuera contrario a la petición de don Bosco, >>por qué no aprovechó la favorable ocasión del cese en su cargo, para guardar silencio y dar a otro la incumbencia de tratar de este asunto? (**Es11.476**))
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