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me dijo que el asunto sigue todavía bajo alto
secreto, porque la comisión de los Cardenales ha
dejado todo a lo que definitivamente decida el
Padre Santo, a quien se presentara la Relación.
Después añadió que, en cuanto a la primera duda
formulada a la Comisión por el experto abogado
Menghini, acerca de las dimisorias de los clérigos
ad quemcumque episcopum, etc., no ha sido posible
admitirla por las muy graves dificultades que
presenta. Y una de las principales, >>adivina
usted cual puede ser? íLa oposición hostil y
constante de cierto Prelado que usted conoce muy
bien! Se podría temer por ese lado una serio
conflicto con la Santa Sede, que, en estos
momentos en que es necesaria la mas estrecha unión
de todo el Episcopado, se debe evitar totalmente.
En cuanto a la otra duda, concerniente a los
privilegios, y las gracias, ad instar etc., aunque
la Comisión no ha aceptado la fórmula ad instar,
sin embargo se ha decidido en favor de la
petición, especificando los privilegios y las
gracias, etc.
Apenas salí del despacho del cardenal Patrizzi
comuniqué al abogado Menghini, que esperaba en la
calle, todas estas noticias y sostuve con él una
larga conversación, de la que seguramente ya
tendrá usted alguna referencia en la carta, que me
ha asegurado le escribiría hoy mismo.
Siento mucho decirle que yo no puedo, ni
tampoco otros podrían, explicar en una carta las
Personas de los Jueces, las convicciones
particulares de cada uno, y las diligencias que yo
he hecho, primero para saber las dificultades y
después para resolverlas una a una. Tampoco el
abogado Menghini ha descuidado nada de cuanto se
podía hacer con leal amistad con usted. íYa ha
leído usted su preciosa consultación!
Al volver ayer a casa, tras la última visita a
monseñor Martinelli a las seis y media de la
tarde, después de haber hablado con el cardenal
De-Luca, me pareció estar muy satisfecho de la
buena impresión que me había quedado en el animo
del uno y del otro Eminentísimo, pues se mostraron
no sólo inclinados, sino vivamente interesados por
favorecer en todo la buena y óptima causa de don
Bosco; por todo lo cual (lo confieso) yo me
esperaba una decisión ((**It11.565**))
generalmente favorable a todo, si bien no ignoraba
que uno de los Cardenales, y otro mas que no es
Cardenal, estaban plenamente de acuerdo para
contrariarla. Se ve que el espectro, hábilmente
presentado ante cualquier ruptura entre el Prelado
N. N. y la Santa Sede, ha hecho mella en el animo
de los tímidos Jueces, y allí donde era preciso
resistir con coraza de bronce y demostrar que,
mientras la Iglesia se alegra de ver el Jansenismo
extinguido en toda Francia, donde tanto tiempo y
con tan tristes consecuencias dominó, no puede de
ningún modo tolerar, que quiera, por medio de un
prelado, resucitar en el Piamonte, se haya
tolerado buenamente y sin estrépito el efecto
maléfico de este fantasma de la cobardía, de
ningún modo justificable: illic trepidaverunt
timore ubi non erat timor! (temblaron de miedo
allí donde había temor).
Quidquid sit (sea lo que fuere) de todo esto, y
de otras varias cuestiones, que con amigable
sinceridad manifesté a Menghini, en las que
plenamente coincidió, puedo asegurarle con
certeza, que, juntas las personas y las
circunstancias expuestas, y particularmente las
del tiempo en que se trató y discutió su
Instancia, podemos calcular que se ha obtenido al
menos el noventa por ciento en lo que la Comisión
ha decidido. Puesto que, en primer lugar, no se
excluye absolutamente el privilegio de las
dimisorias, sino que sólo se opina que no conviene
darlo ahora a perpetuidad, como se solicitaba. En
segundo lugar, cuando el Instituto Salesiano tenga
los privilegios que se proponían en la segunda
duda: >>de qué sirve se hayan concedido los
privilegios con la fómula ad instar o si los
mismos privilegios, dados a los otros Institutos,
hayan sido especificados? Resulta por las actas, a
modo de ejemplo, que los Redentoristas
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